El oído, aparato reproductor del adiós,
cabalga torrente abajo
hasta los pulmones encharcados
por mi glotis atragantada.
La lengua insípida
es la locomoción sensorial
del insensible tacto
de la nada.
Una epidemia incontrolable
de alopecia digestiva,
bombea el centro neurálgico
de mi sociedad bacteriana.
Y el sistema helado
de mis manos descalzas,
es un perfume de colores
para una voz sin nombre.
En este caos circulatorio,
navegan los globos
que hacen flotar mi alma.
Enrique Urbano.
¡Duele! ¡cuán dolor! Un abrazo
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Y qué lo digas…un abrazo, y salud.
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y… dale con la salud! 😉 Abrazo ❤
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