Mi naturaleza cambió. Me visitó una abeja que se relamió con la disponibilidad del nido. Me olió, me besó la frente como si de algo se compadeciera. Se saboreó las antenas con sus labios y depositó polen en mis mejillas. En semanas cientos de insectos alados fertilizaron el tronco aún sin pulir. Miles de bocas y extremidades diminutas trabajaron incansables, inyectando néctar en las cavidades, esculpiendo un torso repujado en celdillas paralelas, hexagonales con cera. El atiborrarme de miel y zumbidos las cortezas laceradas por la frustración de mi tallador, más que un allanamiento de morada fue un acto de solidaridad. A pesar de tanta algarabía y baile en este enjambre, no olvido aquella lágrima incrustada entre mis arrugas de astilla cuando él decidió abandonarme.
Hace nueve meses era una pieza de arte incompleta, un simple busto de madera sin acabar. Él me arrinconó en el cobertizo de la vieja casa heredada de sus padres adoptivos. Kevin era un artesano aprendiz. Me dejó a la intemperie, más solo que el propio silencio. Recuerdo que las únicas formas definidas en mi rostro eran los ojos faltos de pupilas, dos orificios en el lugar de la nariz y una boca simulando un grito de auxilio.
Tal vez Kevin intente tallar su mejor obra ahora que la abeja reina abandonó el panal con toda la colonia. Aunque hasta hoy no ha valorado mi transformación, sigo paciente. Soy un híbrido de madera y miel, un milagro de la creatividad colectiva en un nido de abejas huérfano, esperando la adopción.

Reblogueó esto en edwincolonpagany comentado:
Desde Saltoalreverso para todos mis amigos con cariño…
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Me encantó!
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Gracias amigo, me alegro que te haya gustado.
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Reblogueó esto en Cultureando en Barinas.
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Realmente precioso… Felicitaciones.
Un saludo cordial desde Argentina, Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
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Gracias amiga por tus comentarios! Saludos!
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¡Saludos!
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