Existen esos sacahumos
en fachadas distintas,
que parecen valientes
soldados vietnamitas
aislados,
y todo ese tipo
de antenas puntiagudas
con forma de insecto.
Como está comprobada
la presencia entre nosotros,
de esas festivas sillas negras
que se doblan,
como en un sobre gigante,
o la de aquellos sigilosos
semáforos pequeños
para los linces enanos.
En algún lugar
deben estar
todas las colas
de lagarto.
Estar sin duda están,
o han estado,
pero deben andar
allá con todas esas llaves,
ceniceros y bolígrafos
que desaparecieron.
Y andábamos sin acordarnos
de esas cosas que se fueron a olvidar,
los clavos, las macetas,
el punto y final.
– Enrique Urbano.
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¿Dónde estarán las colitas de las lagartija con las que jugaba cuando era niña y mi querida pluma fuente que perdí? Hermoso, Enrique. Saludos!
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