Ahí estás
día a día,
fumando,
con tus delicados labios,
suaves como mi almohada
sobre la que reposo,
descanso
y sueño con enredos.
El rastro de tus días,
como dejando huellas en la arena
con cada gota de vida
que palma el relieve del destino,
que se sacrifica
para mantenerte soñando.
La humedad a veces te envenena,
el aire caliente que se respira,
el cansado andar por allí,
son cargas que pesan,
duelen y,
a veces…
Pero no,
no lo hace,
no mata,
quebranta y daña,
pero no mata.
No tiene armas,
no tiene voz,
ni brazos ni piernas,
no piensa,
solo pesa.
En cambio tú,
tienes tu vino,
tu copa y tu cigarrillo,
un lápiz y una libreta,
y lo mejor,
un alma y un corazón,
que liberan las cargas
de los aires húmedos,
de los días del ayer
y del antier,
abriendo las puertas a nuevos aires,
los de una fresca mañana,
los alisios de un nuevo día.
Y luego,
puede ser,
que deje entrar algo más.
Nada que temer,
sólo para pensar,
reir y disfrutar,
de los nuevos alisios,
de las nuevas mañanas,
con brazos y piernas,
para que te acompañe a caminar,
tomar una copa de vino y,
tal vez,
fumar y soñar.

Muy bueno.
Felicidades, Esprami.
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Gracias gracias por leerme, Polimnia. Saludos!
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