Ofrendo mis pies abiertos
fuertes y heridos en sus caídas desde los saltos del alma sin brújula
van las manos empapadas de acuarelas, perene murmullo
aquí los ojos rotos de tanto recordar tu imagen,
ya no hay lugar para besos
en labios náufragos de las cartas destejidas cada noche.
Mi yo en pedacitos
con caracolas marchitas en el cabello
atrapando respuestas entre mariposas que regalan tus abrazos,
casi como el ayer que llueve sobre las ventanas
cuando sólo se vive de domingos con balcón.
Este corazón acelerado, ahogado de silencios amorosos
casi como la nada entre nosotros,
torpeza para soltar los días del calendario
la piel huérfana de ti.
Ofrendo el mar de mis pulmones
y las hojas de mis senos en verano,
romper la maldición de una noche y los días que aún se cuentan.
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Bellísimas imágenes. Un beso.
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