El caparazón se rompió al final de la tarde, eso creía. En realidad eran las cuatro de la mañana. Se levantó horas después en sobresalto y sacudió su cabeza, casi en un intento desesperado por deshacerse de las voces de sí mismo, en diferentes periodos, con distintas personas, en variados escenarios. Muchas eran las temáticas pendientes, con otros y consigo mismo, ese día decidió no perdonar a Dios.
Sin bañarse o siquiera arreglarse salió de su casa. El estrepitoso viento de aquella mañana de martes, se encargó de acomodar su cabello. En sus boscosas cejas llevaba las dudas y la incertidumbre, se les veía agotadas. Sus pestañas forcejeaban ante la cónica brisa que le recordaba el sueño, ese que había perdido horas antes de su abrupto desafío. Su corazón palpitaba tal cual metrónomo y semicorcheas, simulando en sus adentros una orquesta de adrenalina en tono de suspenso. Llegó al parque y como estatua se sentó.
Repasaba en su mente aquellos ejercicios que había leído, esos que le permitirían abrir su cerebro. Se sentía atontado y hasta un poco paranoico. Un borracho de barbas blancas le tocó su hombro. Sin activación alguna de su sentido de alerta, le miro fijamente a los ojos, comprendió el dolor que cargaba de años, los pesares que llevaría a su casa al final del día, pudo ver en sus pupilas rostros de asustados infantes. Sin palabra alguna, así como llegó se alejó, cojeando a la deriva de la muchedumbre y las palomas; las cuitas que llevaba en su abrigo, simulaban insignias de guerra y desalojo.
Su cansancio desapareció después de ese momento atenuante, le hizo caer en cuenta de si mismo y de las decenas de personas que frente a él transitaban por minuto. Casi pudo dibujar un pentagrama con su mente, cada figura aleatoria eran las notas que por tanto tiempo había buscado, los tempos y el acorde olvidado, todo se había escondido en el anonimato de aquella escena tan abstracta. Un loco en pijamas y descalzo en medio parque, vislumbrando blancas y negras en las cabezas de sus ocupantes.
Sin prestar atención de su turbulenta apariencia, tomó su pluma y su cuaderno y empezó a escribir. A borrar y a escribir de nuevo. A escuchar en sus adentros, la melodía que le haría libre. Recordaba con recelo los gritos y la humillación que había vivido, los éxitos que tanto esfuerzo se había echado a cuestas gracias a su propio aliento. Sabía que era hora ya de remover sus armaduras, a sabiendas que sus dagas penetrarían directo en su carne, que muchas de ellas podrían tener la intención de ser mortales. Si quería avanzar debía ser valiente y alzar la voz, el do sostenido, el simbolismo en su arte; debía aprender a decir no y desnudar sus decisiones. Entendió a duras penas quien era y debía defenderlo contra quienes le detuvieran, formuló en su cabeza la sinfonía exacta para deshacerse del miedo, de la ira, de la pena y de toda esa mierda. Todo lo que le rodeaba con consentimiento.
Despidiéndose de sus viejos conflictos, puso el punto final. Su mejor composición estaba allí, pariendo de sus puños apretados y sus dedos gastados, le miraba con un asombro misterioso, había aprendido de diplomacia hacia sus obras. Sigilosamente rió. –Lo he hecho– se quiso susurrar a sí mismo al oído. Miró su alrededor y se echó una bocanada de aire a la boca, respiro sin apuro por vez primera aquel día. Alegróse de su vida en ese instante, miró su pasado en retrospectiva, con la redundancia que se debía. No era tiempo ya para seguir arrastrando lo acaecido, los días muertos y a quienes con ellos se habían ido. Abrazo su presente, aquel soplo de tiempo, arrugando a su vez ese papel con su obra más exuberante; arrojándola al vacío del basurero más cercano, se alejó con calma y sonriendo hacia su casa nuevamente. Debía prepararse para recibir el año nuevo.
Imagen «A la espera del tiempo», autoría propia.
Qué belleza leer esto. Un abrazo, Rodrigo. Feliz año nuevo.
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Un gran abrazo de vuelta para vos Carla. Que la pases muy bien, feliz año nuevo.
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que bueno!
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Muchas gracias. Saludos 🙂
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El nuevo año me recibe y en nuestro blog suenan música y belleza. Una hermosa entrada es un presagio.
¡Feliz nuevo año!
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Que así sea Verónica, todo lo que venga en este 2015 sea mucho arte y belleza. Muchas gracias por tu comentario. Un gran abrazo y un muy ¡feliz año nuevo!
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Caminar hacia adelante, hacia el nuevo año. Excelente relato. ¡Felicidades!
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A seguir caminando. Muchas gracias por tu comentario, ¡feliz año nuevo! 🙂
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