Leopold Mozart dejaba caer sus lágrimas sobre las cuerdas del violín. Movía el arco apasionado, compenetrado en su música. Sol, Re, La, Mi, signos acurrucados por los húmedos cuerpos tibios de su llanto. Los suspiros danzaban en la superficie de madera del Stradivarius. Las soledades fueron enamoradas por las notas musicales. Todo era algarabía en el interior del virtuoso. Por fin, había conocido el verdadero amor.
Reblogueó esto en edwincolonpagany comentado:
Para compartir esta historia con mis amigos del blog!!!
Me gustaMe gusta
Gracias por compartirlo. Saludos, Edwin 🙂
Me gustaMe gusta
Gracias por tus palabras amiga, un fuerte abrazo. Sigo bien atareado en la Universidad, casi no tengo tiempo para escribir. Pero por suerte esto siempre es temporero.
Me gustaMe gusta
Ohh. Lo entiendo. Tranquilo y suerte en todo. Espero que los dias de caos pasen pronto. Te dejo un gran abrazo.
Me gustaMe gusta
Después de un tiempo sin leerte, amigo, me doy cuenta de lo bueno que eres. El mago de las palabras. ¡Un abrazo!
Me gustaMe gusta
Bejamín tú siempre tan noble y motivador. Gracias por tu apoyo. Un poderoso abrazo desde mi isla.
Me gustaLe gusta a 1 persona
Un micro hermoso…
Me gustaMe gusta
Gracias Javier. Estoy medio perdido de la Web, tengo cuatro cursos este semestre, y casi no respiro para inspirarme o leer las entradas de ustedes mis artistas favoritos. Espero que este estrés de las clases se acabe prontito. Un fuertísimo abrazo amigo mio.
Me gustaMe gusta