La querida


Leopold Mozart dejaba caer sus lágrimas sobre las cuerdas del violín. Movía el arco apasionado, compenetrado en su música. Sol, Re, La, Mi, signos acurrucados por los húmedos cuerpos tibios de su llanto. Los suspiros danzaban en la superficie de madera del Stradivarius. Las soledades fueron enamoradas por las notas musicales. Todo era algarabía en el interior del virtuoso. Por fin, había conocido el verdadero amor.

9 comentarios sobre “La querida

    1. Gracias Javier. Estoy medio perdido de la Web, tengo cuatro cursos este semestre, y casi no respiro para inspirarme o leer las entradas de ustedes mis artistas favoritos. Espero que este estrés de las clases se acabe prontito. Un fuertísimo abrazo amigo mio.

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