Son las doce de la medianoche. No sé cuándo voy a detenerme. Solo escucho el quejido del viento raspando mi cuerpo plateado mientras continúo el viaje a toda velocidad en este vacío. Tantas veces he tratado de no dejar que José me manipule o hiera mis sentimientos. Al final del día, él permanece invicto. La infidelidad con sus dos amantes imaginarias siempre lo confunden. Estas dos rameras tan distintas, como dos polos opuestos en su mente, lo enloquecen; una sumisa, deprimida, coleccionista de tristezas, la otra eufórica, tóxica y maniática. No hay duda que las somete a las dos con maestría. Lo riesgoso es que él piensa que su enfermedad de bipolaridad está en equilibrio, automedicándose.
Él es implacable cuando me lastima y me obliga a actuar en contra de mi voluntad. Permanezco muda, sigo sin pausa, sabe Dios hacia dónde. Si alguna vez me hastío de tolerar sus golpes, espero no sentirme culpable de no extrañar sus insultos: “Eres como las otras, después que cumplen mis deseos no valen nada”.
Por fin me detengo bruscamente. Estoy atascada en un lugar oscuro, caliente. No tengo idea donde me encuentro. Oigo ruidos y voces que se mezclan en la distancia. Quedo atrapada y mi cuerpo metálico, cilíndrico, se cubre de sangre. Entre la muchedumbre logro distinguir los gritos de un padre desesperado: “María el niño tiene una bala en la cabeza”. A doscientos pies de distancia, José endrogado sigue disparando balas al aire celebrando la despedida del año, un año, de pura mierda.
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Para compartir con los amigos de mi blog. Saludos.
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Excelente 🙂 bien logrado.
Un saludo afectuoso desde Guayaquil.
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Gracias amigo, un fuerte abrazo desde Puerto Rico 🙂
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Aplaudo tu ingenio, Edwin. Le «arrancas» una confesión a la bala. ¡Y me la creo!
Un beso grande.
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Jaja querida amiga, otro besazo grandote de mi isla hasta la Argentina. Gracias por tu comentario mi niña poeta.
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Como siempre Edwin. Bravo. Qué bien has sabido llevar al lector hasta un final sorpresivo. Muy bueno
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Gracias amigo, abrazos desde mi islita en el Caribe. 🙂
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Reblogueó esto en Cultureando en Barinas.
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Gracias amigo…
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Siempre a la orden
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¡Muy bueno, Edwin! Como siempre, sorprendiendo. Saludos.
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Carlos gracias por tu comentario y una delicia existencial saber de vos… Abrazos desde Puerto Rico.
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Continúas siendo el maestro, amigo. Un fuerte abrazo mediterráneo.
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Poderoso.
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