Tiro un poco del hilo rojo
que queda suelto y colgandero.
Aunque me vengan después
con lo bonito del cuento,
con la historia perfecta,
con el lenguaje visual
y con la vida repleta.
Verdad es que te rocé.
Verdad es que te sentí
de una manera especial.
Una chispa se encendió en mis dedos
y fue el epicentro del terremoto peor.
Mis piernas sólo pudieron temblar.
No les quedaba de otra.
No puedo arrastrar ninguna capa terrestre
ni siquiera superficial.
Y aunque traté de esconderme bajo ella
tenía que continuar.
Tú te quedaste inmóvil
y actuaste indiferente.
Así que tampoco nada me pasó.
Nada. Todo producto de mi mente.
Demasiada imaginación.
Y ahora, miro de vuelta
mientras me acerco despacio
hacia donde el hilo rojo
sigue colgando casi deshilachado.
¿Lo cortaste tú? ¿Lo corté yo?
No sé si atreverme a tirar
por si actúa como caña de pescar
y me trae una bota vieja o un calcetín.
Siempre será válido arriesgarse, nunca se sabe que puede resultar. Lindos versos, Gema. ¡Saludos!
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Gracias, Carlos.
Arriesgarse siempre es válido, estoy de acuerdo.
Un abrazo.
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Uff, sabes que me encantó tu poema, pero se me olvidó comentarlo. Y aquí apretar el botón de me gusta no es suficiente. Adelante con tus versos amiga.
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¡Mil gracias, Edwin!
A cualquiera se le puede pasar y sé me estando tan bien rodeará en la comunidad me dará ánimo para seguir y dar pasos adelante con mis versos. Estoy segura. 🙂
Un abrazo.
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Si no tiras del hilo lo tendras diempre ahí hasta que se deshilache del tofo. Tira de él, que te lo està pidiendo a gritos.
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Está claro que para amar hay que ser valiente.
Si se ama se acabará tirando del hilo. 😀
Un abrazo, Natalia.
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Genial Gema. Espero ansiosa que en otros versos nos cuentes si te animaste o no y qué pasó.
Abrazo
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A ver qué se me ocurre contar en la próxima. 😉
Un abrazo, Silvina.
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Me ha gustado mucho Gema, tirar del hilo aunque acabe rompiéndose.
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Muchas gracias, Merche.
No sé si conoces la leyenda del Hilo rojo, si no es así te recomiendo que leas la original.
Un saludo.
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Pues no la conozco, la leeré. ¡Gracias!
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