Caminas por la ciudad,
doblas sus esquinas,
cruzas sus calles desiertas,
casi olvidadas;
también sus avenidas asfixiadas
en tu trayectoria laberíntica.
Respiras el humo de demasiados tubos de escape;
partículas diminutas en suspensión viajan hacia tus pulmones
para quedarse.
Encuentras semáforos en rojo;
esperas,
esperas
y esperas paciente
el cambio al verde…
Aparece el ámbar;
una luz parpadeante,
un aviso de peligro,
una llamada a la duda es la prudencia.
Tu pie titubea,
tan bien como tu boca;
el asfalto quema en la calzada
y, maldita sea, te rompiste las sandalias de dedo
tras sobresaltarte con el ladrido estridente
del puto claxon de un camión
inhumano.
Pensaste que esas playeras no servían para caminar,
pero no te hiciste caso y zanjaste la duda con un portazo.
Ahora tendrás que sortear descalza las piedrecitas pequeñas
que no se ven,
peor son los cristales rotos de esas botellas quebradas.
Dejas tus huellas invisibles en el asfalto;
el cemento y el alquitrán jamás se estremecieron
ante el roce de la piel.
Vives en una selva
de ladrillos y anhelos
de amor.
«Continúa, continúa», piensas sin verte,
«en la próxima esquina, seguro que encontraré un taxi».
Mayca Soto. El Gris de los Colores
Foto: Ferran Nadeu
Hermosa poesía de un momento cotidiano. Saludos.
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Muchas gracias Carta.
Sí, ¿quién no se ha sentido alguna vez desorientado y perdido en una gran ciudad?
Un abrazo
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Pingback: Esperanza | El Gris de los Colores
Querida Mayca, tus andares me llevaron por mi añorada Barcelona. Gracias por compartir este aparente caos, que no es más que la explosión de la vida. Un abrazo hasta donde decidieras perderte hoy 🙂
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¡Hola Nuria! Me alegro de haberte acercado un poco a Barcelona, que sigue estando preciosa, menos cuando te da por pasearte por la Via Laietana, entonces es cuando piensas: ¿Pero qué hago aquí? 😅
Beso catalán
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