En los párpados, el hábito del insomnio
trenza hojas secas con alas de aves muertas.
Danzón de sombras en las persianas,
el escarnio del tiempo contra los instantes gloriosos.
Llevarse uno, dos sorbos de memoria
al borde de los labios rotos, porque el amanecer viene lento.
No hay más que la perfección de las violetas marchitas,
y yo me guardo en el nido de tu costado,
inquieto como el otoño bajo los párpados.
Hermosa imagen!
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