Sin ser del tiempo, hemos pensado demasiado en cuerdas y relojes, y sé que aunque te escribo, solo me lees entre libros. Han pasado cientos de vocales y decenas de palabras, y seguimos siendo los mismos para nadie. Sé que algún día extrañarás el calor de la arena y el agujero de las cicatrices; y no podré sentir el fuego de tu boca cuando llueva.
No escribí la distancia entre los dos; y tengo palabras que no te olvido. Hemos bebido tantas gotas de café y tantas canciones juntos; y por ello, creo que todavía no aprendimos del rencor ni de las palabras suicidas. El adiós es breve cuando existe tanto que decir. Mañana beberás un café que no preparé y olvidarás este poema.
Divina entrada.
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Gracias por la lectura.
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Una preciosidad. Menuda forma de decirlo… resuena belleza.
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Muchas gracias.
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Hola, Libeasler. Bella tu entrada, como siempre. Te dejé un correo, por favor avísame si te llego. ¡Gracias!
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Gracias Carla Paola, recibí tu correo y lo respondí hoy. Gracias por la consideración. Saludos.
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Muchas gracias, lo recibí. Te respondo por allá pronto. ¡Saludos!
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Hermoso!
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