Entra al cuarto. Observa con deseo mi virginidad. Soy el manjar más apetitoso para la duquesa. Sin terminar de quitarme la ropa empieza a chuparme. Se desespera. Pretende arrancarme las entrañas. Intento gritar. El mar de saliva me ahoga. Sudo. Succiona tan fuerte que se atraganta con mi jugosa pulpa. Escupe el líquido viscoso con rabia. Sobrevivo satisfecho. Apruebo mi examen de ingreso. ¡Eureka! Ya soy empleado del prostíbulo más famoso de la comarca.