—Nos sorprendemos al ver, escuchar, leer o sentir cosas raras; ya que esta singularidad es la que nos llama la atención, alejándonos de todo lo ordinario y provocándonos miedo, odio, alegría e incluso amor —reflexionó mientras él miraba al suelo sonriendo y ella le observaba.
—Tú sí que eres raro, mas no creo que por eso sienta algo por ti —dijo ella, queriendo picarle mientras sonreía pícaramente y él observaba el suelo.
De repente, él apartó sus ojos del suelo para contemplarla. Sonrió y dijo:
—Seguramente te refieres a que no sientes nada por mí en términos de amor, pero si de verdad piensas que soy raro, algo sentirás por mí; ya sea intriga, displicencia o puede que miedo. Porque ahí está la gracia, cada uno elegimos qué sentir ante lo insólito. Como dos copos de nieve, nadie siente igual.
Fue entonces cuando ella decidió besarlo, sorprendida por su misterio.
Sintiendo algo por él.
Y él por ella.