A contraluz su pecho late,
mi boca furiosa
se pierde en el satín,
ella canela es todos mis blancos
disparos, destellos, flash.
Su cabellera es cascada
de caricias,
de ternura,
de tiempo amoroso detenido.
En sus hombros, mis ojos
encuentran el camino
a la memoria sin cargar,
armas filosas de deseos,
el atuendo, pijama, belleza pura.
Descubrir el destino de sus brazos
descansados,
protegiendo el corazón,
escondiendo sus caderas,
visceralmente pacíficas.
Desde sus rodillas hasta de sus pies,
idas y vueltas,
viceversas de sentidos,
de longitud sinuosa,
hermosas,
una diosa presente, durmiente.