Encajada,
sobre negro fundido en verde
sin esperanza,
hállase la silla de madera
de nuestros abuelos
—máscaras en la tierra—
lijada a conciencia
y con rabia.
Sobre ella,
descansa el cuerpo de mi madre
rendida.
Sus brazos caídos
a ambos lados,
los pliegues de sus nalgas,
a empujones las piernas
y su hermosa cabeza
tensa hacia atrás
—parece como si la sostuviera su pelo
caído en vertical—
aguantan su peso.
El tacto melodioso
del azul en sus pupilas
yacen ya,
rozando,
el infinito.
Dentro,
en sus entrañas,
su hijo muerto,
olor a procesión por dentro.
De su vagina
—marioneta sexual—
aún penden hilos de sangre
ya sólidos,
se anclan al negro suelo
como para que no se vaya.
Y la cruz,
sobre todas las cosas
y ninguna,
retiene,
imperturbable,
la escena.
Calidad.
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Muchísimas gracias, Álex😀 Un abrazo grande
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Muy bueno
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Muchísimas gracias, Luis😀
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Tétrica, para mi gusto, en extremo. Bien narrada, trasmite a pleno la lúgubre escena.
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Muchísimas gracias 😀
Me encanta que expreses lo que te ha transmitido
Un abrazo enorme
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Reblogueó esto en Por el hueco de la escaleray comentado:
Mi nueva colaboración en «Salto al reverso».
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Cuesta quedar indiferente ante tamaño poema, te deshojas el alma leyendo y cada línea expresa con solidez una observación de todos los tiempos, acumulados en esa silla.
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Yo sí que no me quedo indiferente ante tamaño comentario, querido M.
Muchísimas gracias por hacerme saber tu experiencia al leerlo. Mil gracias
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Reblogueó esto en Gocho Versolari, Obra Poética.
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