Un día todos, cansados, se fueron. Incontable fue la gente que se quedó encerrada y llegó tarde al trabajo, lo que supuso un golpe brutal a la economía. La bolsa cayó en picado. Infinitas doñas se quedaron sin su psicólogo low cost, la inseguridad tuvo picos históricos; nadie estaba dispuesto a salir de su casa por miedo a que lo roben. Así se generó una sociedad ermitaña y aislada. Cada uno en su hogar, protegiendo lo suyo. Y así seguimos. Y así nos fue.
El mundo simplemente no estaba preparado para el día del portero.