Dejo caer todo:
mi cabeza,
mis hombros,
mi pecho.
Entrelazo mis dedos
y acaricio el cielo.
No abro los ojos.
Nunca abro los ojos.
Me dejo caer…
Me entierro en el suelo.
Soy una muñeca de trapo.
Me pesa todo.
No abro los ojos.
Nunca los abro.
Siempre duermo.
Y me mandan,
me sugieren,
que mis párpados se abran;
y salgo
con las lágrimas quemándome en el alma.
Y ando como si me hubiese quitado de encima
la parte de muñeco de trapo
que creo que era lo mejor de mí,
la mejor parte de mí,
al menos,
para el resto.
Reposar en el regazo de la tierra y ser por unos momentos muñeca de trapo, ahhhh, me ha llegado. Un saludo
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😊 Muchísimas gracias, Julio
Hay que dejarse caer de vez en cuando y darnos cuenta de nuestra vulnerabilidad. Caer para resurgir. Mantenerse y seguir.
Un abrazo enorme
Gracias por comentar, compañero
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Muy hermoso, pero un poco, bueno un mucho depresivo.
Beso Marina.
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Es precisamente lo que quería transmitir
Muchísimas gracias, querida María
Un abrazo enorme
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Tenemos que hablar de muchas cosas, compañera del alma, compañera.
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😌
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Excelente y oscuro. Me encantó.
Saludos.
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Muchísimas gracias, Carla…
Es todo un honor y más viniendo de tu parte
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