
Te busco en la oscuridad
donde ya sé que no estás,
sondeando la incógnita
de la audiencia muda
tras el éter que se vislumbra.
Doy mi mejor sonrisa,
la única
en estos tiempos de bruma.
¿Dónde estás?
Recibo un ramo de rosas.
Y tú, de nosotras,
claveles y lirios,
crisantemos,
gardenias.
Solo el duelo me ha hecho reconocerlas;
sobre todo a ellas,
las astromelias,
que florecen tras días,
en belleza tardía.
Como yo,
que llego tarde
a todas las despedidas,
que entiendo tarde
las pérdidas y las cenizas,
que entierro tarde
las cosas que se terminan.
bello como las cosas bellas
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Gracias 🙂
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Bellísimas tus palabras. De la tristeza también brota la belleza si su fuente lo es. Y tú lo eres. Un abrazo
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Gracias, Manuel. Qué hermoso comentario. Por fin he logrado escribir un poquito. No sé si bello o no, pero es liberador al menos. Un abrazo.
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La belleza nostálgica de llegar tarde. Muy hermoso el poema
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Así es. Siempre tarde. Muchas gracias por leerme y comentar, Julio.
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Un sentimiento que emerge desde lo profundo. Bello poema, Carla. ¡Abrazo!
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Muchas gracias por tus palabras, Carlos. Abrazo de vuelta.
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Reblogueó esto en La realidad alterna.
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