Felina


No sé si fue torpeza, malicia o travesura, el caso es que al apartarse de un salto, me pegó un zarpazo que me dejó un ligero rasguño. Al principio parecía imperceptible, pero se fue haciendo más grande con el paso de los días. Era como si creciera a la par de mi barriga. Cuando iba a llegar al noveno mes, su cabecita asomaba ya por la herida, y lo peor —o lo mejor— es que no hubo contracciones, ni cólicos, ni nada. Con una patita, la criatura se agarró de uno de los bordes de la herida, después con otra pata se apalancó y fue saliendo poco a poco. Era peludita como aquel minino que me dio el zarpazo antes de saber que estaba embarazada. Al tercer miau, lo entendí todo.

Somos una comunidad, comenta y responde

Por favor, inicia sesión con uno de estos métodos para publicar tu comentario:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.