¿Qué significa cometer un error?
Pues, nada.
Errar es de humanos, así que eventualmente y sin duda alguna vamos a equivocarnos. Independientemente del resultado y las condiciones que llevaron al hecho, el meollo del asunto es atravesar la burbuja del aprendizaje.
No siempre pasa. Naturalmente, este sistema de reconocimiento y corrección efectiva no suele acontecer tanto como es necesario. Muchas lecciones quedan en “próximamente” y el polvo de nuestras pieles se va a invadir las verdades más evidentes a nuestros alrededores. Puede ser que hasta nos nuble el presente, opaque un poco lo importante.
Decirlo… no es algo de débiles. Aceptarlo es de entusiastas. Enmendarlo, necesario. ¿Cambiarlo?, de valientes.
Si no volvemos al camino es porque, así de simple, no queremos.
Reflexionamos, buscando causas, efectos y respuestas definitivas.
«Lo hago, me arrepiento. Lo disfruto, así que miento. No hay enmienda, pierdo el tiempo. Nadie mira… yo no lo siento».
Actúo y engullo el momento.
Vitamina C para el futuro tormento, aquel que no sé si me depara pero quizá, solo quizá… me merezca.
Vivir para uno, respirar cada carbono. No sufrir mis acciones, no doblar en las esquinas… aunque dé mil vueltas, solo ganar y ser perdido en realezas.
Qué dulce es la riqueza.
¡El agua es para los pobres!
Yo tomo vino, o degusto cerveza.
Te calma el filo de la espada,
o le tienes miedo a la certeza.
El que no ha pecado, que lance la primera piedra.
Escucho serpientes en el ático, el aullido de un perro me atormenta.
Recién me han tocado la puerta.
Alguien me busca, cobrarme no le pesa…
Nunca se espera que el karma caiga a cuestas.