Bebida bondadosa
pero también codiciada,
para ricos reservada,
con los pobres generosa.
Era el té de la discordia
un milenario secreto
celosamente guardado
a lo largo de la historia.
Aquel imperio engreído
se afanó en atesorarle,
y la herencia milenaria
a Oriente pudo arrebatarle.
El negocio ya apuntaba
al control de la cosecha,
la apuesta ya estaba hecha
a ver quién se aventuraba.
El oro líquido con opio
se pagó a los productores,
así esta adormidera
multiplicó consumidores.
Por una hoja de té
se engendraron odios
que parieron guerras,
esclavitud y miseria.
Por una hoja de té
se derramó el orgullo
en vajillas industriales
que de porcelana no eran.
Lubricante de obreros
lo llamaron
por todo lo que lograron
con su efecto estimulante.
Y esta bebida
aún siglos más tarde
seguirá siendo testigo
de pactos color de humo
como ilusiones.
Fotografía: Pxphere (CCO)