
Sus pétalos gritaban desde un rincón
y sus súplicas llegaron a todo color.
Primero esa mirada embelesada
y luego el poema más blanco aguardaba.
El enfoque de lo minúsculo,
un mundo pequeño
hace grande al observador
(O sea, a ustedes).
Desde lejos es un montón más,
un arbitrario acontecimiento,
tiradas en la acera
esperando por agua de ojos.
Las miré con dulzura de espuma
y una carrera de clics silenciosos,
el tiempo tomó palco,
puso sus relojes patas pa’ arriba,
en esa libertad del segundo grande.
La cosmopolita fragancia del color
me reconoció dueño de todo,
desde su raíz
hasta su centro denso de azul,
ahí viajaba mi mente tras la lente.
El modelaje estático
fue su mejor pose.
El banco puede esperar,
los depósitos urgentes,
el cambio o sencillo
de diario consumo.
Los pasos pueden esperar,
el número mil y la letra
A, B, D o C,
el guardia y su mirada inútil
sin arma, sin chaleco antipalabras.
El hedor de las monedas
debe esperar por sus manchas
de olores y exceso de peso,
la multitud cobradora de cheques.
La seguidilla de gitanos
en su lengua natal nos dejan fuera
del cotilleo (España),
del copuchenteo (Chile).
Yo me quedé en un ramillete
de blancas flores con nombre propio
y vida a la orilla de mis ojos,
en el borde del poema
que pensé breve como una hora
de admiración.
Mi tiempo único alabó la belleza
de la naturaleza arraigada
a la tierra, al rocío y al viento,
desde su fe silvestre
hasta el tiempo de mis pasos.
Hermosa la foto y también el poema. ¡Saludos!
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Hola, muchas gracias
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