Bambolean esas caderas


Por Jeanette Soria (Juanita Atoj)

Vuelve otra vez la cadera avispera, la reina del panal, que se mueve en círculos de pordiosera acostumbrándose a orillas cuadradas de las cajas estas de concreto.

Allí postrada sobre el colchón, piso acolchonado, experimenta con las espirales que se suscitan en el centro de su tazón. Va de un lado al otro queriendo volcar el agua que circula entre tejidos, en lo profundo de su gravedad reposada que ha estado días como queriendo agarrar impulso.

Ya se le ha olvidado qué es el peso al caminar de lado a lado. El mecanismo que ahora implementa con la gravedad que le afecta al costado es virarse desde la entrepierna y que sea así la concatenación la que le voltee por efecto, que sea más bien el tobillo que al darse la vuelta le provoque las cosquillas que le hagan ladear su frente y ver por fin a otro horizonte.

Estaría igual desalineado. Y aún así desalineado, le haría soñar en mundos de lado donde el saltar se pudiera hacer acostado y el aislamiento fuera espaciado.

La cabeza responde solo si la vibración le llega desde el centro. Intenta pues el temible miramiento, alejándose ya del control del movimiento.

Confiando.

Confía en que el repunte de sus extremos manifieste con seguridad, con la intención pertinente, a los demás soldados, como tantos grupos de obreros, que obedezcan a sus capataces, acaten la orden y viren mordaces. Prueba de nuevo el salto, el #SaltoAlAislamiento.

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