
Decadente y apagado,
mi cuerpo pide energía
prestada al mejor postor.
No cuestiono, acepto
el don que me otorga
la oscuridad que me habita.
Luces rojas brillan,
el reloj es superado
y el cuerpo sacrificado.
Y solo escucho estas palabras:
«Todos los días es de noche».
«Yo solo sé morir».
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