Las piernas sutiles de quién se asustó al no saber qué hacer con ellas.
Son mías y me asusto por ello.
Si no fueran mías no pasaría nada,
paso y todo pasa.
Pero me llaman,
me escriben en la mente de mis movimientos en un espejo.
No os quiero,
no me quiero lo suficiente para poder apoyar esa creencia.
Pero lo creo.
A veces me pasa eso,
con los olores que anhelo,
los sabores que pienso,
el tacto que quiero,
las vistas que veo con los ojos cerrados.
Y a veces pienso.
Pienso y paso.
Pero esto es lo que pasa
y por ello viviré en mis paseos.