Dejé de fumar cuando me casé. Cada cigarro, un martirio: siempre la primera chispa del encendedor las traía de vuelta y, siempre, el vacío de sus ojos me decía «muérete». Era horrible. Me casé para ser feliz. Por eso ya no fumo, por eso ya no mato. El #ReversoDelTiempo es nefasto.
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