Los arces otra vez tan rojos.
Y las tiendas a las que íbamos
han cerrado o ya
son otras tiendas.
Alguien
que eras y no eras tú
ha cruzado la calle pequeña
rápida y embozada.
Al mirarte al mirarla
quise decirle:
Tienes los mismos ojos que tu madre.
En el silencio
de un polígono industrial en domingo
—bajo el cielo gris—
una formación de
grullas hacia el sur
se llaman.
Me ha conmovido con la potencia de un recuerdo.
Un abrazo.
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Muchas gracias Verónica. Esos ojos y esas grullas eran bellísimos. Y verlos y oirlos marchar indescriptible… Un abrazo
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A veces siento esos mismos momentos grises, de polígono. Y la imagen de los arces me encanta.
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Muchas gracias. Quizás son esos momentos grises los que hacen que destaquen tanto los rojos de los arces… como vela en la oscuridad. Un abrazo
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Me encantan las escenas que pintas, tus paisajes. 🙂 ¡Saludos!
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Muchas gracias Carla. Lo has definido perfectamente lo siento. Esos paisajes entran en mí y yo los intento pintar con mi paleta (que muchas veces siento escasa) de colores. Un abrazo.
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