Quién ve en alguien
su vida
es porque no la conoce.
Se presenta,
hablan,
detesta su vida,
la esparce en mierda sobre los demás.
Se siente bien ahora.
Perdido pero bien.
Tan bien como los objetos,
tan efímero como ellos,
desperdiciando sus propios latidos
en laberintos.
Ya no quiero ser yo.
Quiero detestar abriéndome
a un debate interno
sobre mí.
Y entonces ser yo de verdad.
Tan entero como el tiempo
y eterno como cualquier sabor.