Ser joven otra vez
y poder equivocarme de nuevo
ver todo con
nuevos ojos
otros ojos que no
son
estas tristes y cansadas celdas
de mirada descreída y maliciosa
que siempre
siempre
desconfían y no saben ya
quién es ése
que se mira afeitándose
y duda
si apretar un poco más
la cuchilla en el cuello
poder volver a creer
limpio
y abierto
como la mano tendida de un niño
a su padre
y pensar
que todavía se puede
y pensar
empezar de nuevo…
ser serpiente
que muda la piel y deja
entre rastrojos
—estos ojos—
estas cicatrices y durezas
que tanto hablan de mí.
Comparto ese deseo… 😔
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Como diría Dario «Juventud divino tesoro» 🙂
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Exactamente.
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Me fulminó la crudeza de la descripción y la fuerza del deseo.
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Gracias Verónica. Quizás este sea el peaje a eso que llamamos sabiduría… o simplemente vejez. Un abrazo entre tanto 😉
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