A veces me pregunto por qué no puedo.
Esa avioneta ya ha pasado dos veces por ese mismo cielo
o soy yo que me repito, me rebobino y me repito
en esta nada que no huele.
Vuelve a pasar la avioneta: es blanca y vuela bajo.
Vuela al oeste, vuela al atardecer, aunque es mañana.
Vuela una paloma y se asoma al alero.
Por qué querrá estar aquí.
Pasa la avioneta blanca otra vez.
Creo que hace círculos.
Los buitres también hacen círculos buscando carroña.
Quizás soy yo que me estoy pudriendo.
La paloma ha encontrado una pareja: zurean —creo
que se dice así— y bailan también en círculos.
Pasa la avioneta blanca otra vez, esta vez
vuela más bajo.
Querrá aterrizar o morir o ya
habrá visto a su presa.
A veces me pregunto por qué no puedo.
Pasa la avioneta blanca otra vez.
Vuela al oeste.
Es casi un punto brillante entre las nubes negras
como una estrella fugaz.
La repetición de las imágenes tanto como el contenido del poema me han hecho reflexionar acerca de los pensamientos recurrentes. Movernos en círculos, ya trazados por palomas, avionetas o aves de carroña, estanca. Es una paradoja de las fijaciones.
Me encantó. Muchas gracias por compartirlo.
Me gustaLe gusta a 1 persona
Muchas gracias Verónica. Qué gran análisis de una gran poeta como tú.
Me alegra mucho que te haya gustado. Un abrazo grande
Me gustaLe gusta a 1 persona