
Edición: Klelia Guerrero García
Sea que prefieras lo estable
o que te atraiga la ilusión
de lo nuevo y su emoción,
me parece inevitable
que la duda llegue afable.
Y es que aunque no sea invitada
de cualquiera se hace aliada
para provocar confusión,
idealización e inacción,
y una existencia «pausada».
Si estás en el primer caso,
será la movilización
la fuente de perturbación,
y al inicio o al ocaso
la acusada del fracaso.
Si tu grupo es el segundo,
aunque entiendas lo fecundo
del silencio y de su abstracción,
el cambio será tu adicción
en cualquier rincón del mundo.
Sin juzgar ni escandalizar,
más allá de la exposición
y hacia ambas mi afición,
quizás nos sirva agilizar
la observación, y analizar
la fuente de tal posición.
Que esta sea una decisión,
un resultado consciente
—más del ser que de la mente—
en lugar de una distracción.
Aceptando que «Don Miedo»
estará en cualquier opción,
es mejor que nuestra elección
—sea carrusel o torpedo—
sea propia, ¡más no un remedo!
Invitémoslo a la ruta;
quién sabe y, si la disfruta,
tiene la consideración
de aclararnos la visión
mientras llega y nos escruta.
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