Una infinita nostalgia me corroe.
Una infame tristeza manosea mis emociones.
Una insolente impaciencia me intoxica.
Una prematura desolación ahuyenta mis alegrías.
No concibo, en mis espacios, tu ausencia.
La realidad, allana mis pérfidas ilusiones,
sin tu afable presencia,
sin tus locuras y sin tu compañía.
Estoy seguro que para cuando regreses
con vehemencia tal, me reconfortaré en ti.
Tu presencia bastará, entonces, para apaciguar mi ser.
Tu denotada ternura y mimosería, definitivamente me llenarán de vida.
Para cuando regreses,
seguro, regresa mi vida…
