
No me busques, amor, que no te encuentro.
No susurres mi nombre,
borra de tu voz ese quejido noble,
calla esa lengua furtiva que devora.
No te pertenecen más las noches,
ni es respiro la furia de tus ansias.
No me busques, amor,
no me detengas con la piel de tu coraza.
Siénteme única, voraz, lejana.
Ya no vive mi música en tu aire,
y sin piedad te maldice mi silencio.
Deshojaste mi pasión con prisas contenidas
en un grito de dolor que ayer gritaba.
No me pidas, suplica por tu vida
que la mía se alejó por la ventana
dejando atrás tus puertas ya cerradas.
Difusa es la pintura que soñabas
envolviendo mis líneas y un aroma.
Frágil, suave y agitada
ha borrado mi pluma tu misterio.
No se muere el amor, ni la mañana.
Se ahogan los colores de dolor
y en tinta muere el alba y el deseo.
Amor, no me busques,
no dibujes con mis huellas caminos muertos.
Inventé para ti mil laberintos
y he cruzado sin tus manos
lágrimas e infiernos.
No me busques, amor, que no te encuentro.
Le pedí al espejo que te rompa
y a la luna que conjure tu veneno.
No me busques, amor, borré tu cuerpo,
me escapé de tu beso y del recuerdo.