«Un solo sol, el justo y suficiente».
Yan Lianke – El sueño de la aldea Ding
Antes del amanecer
hervía mí sangre,
a mil rayos rompiendo
la débil película
color ámbar de mi cuerpo.
Supuse lo peor:
descansar sobre el pasto
con una marca asesina,
la huella efímera
el sol encargaría.
Mi eterna fragilidad
llevé corriente arriba,
la tos del mundo
rogaba por silencio
por los sucesos de noche.
Convertido en espejo
respondí sin hambre,
un sucedáneo quedó
aplacado en la ventana.
Habían pintado un sol.
Siempre versos de fuego, amigo.
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Muchas gracias Mel, siempre agradezco tus palabras.
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