Otoño
—Si no estás preparado para el amor, cómo puedes estar preparado para la vida…
—¿Esa no es la letra de una canción de Soko?
—Sí, la escuché por primera vez hace un par de semanas, y no dejo de hacerme la pregunta.
—Es chula. Pero, la verdad, no creo que estemos preparados para la vida.
—¿A qué te refieres?
—A que no vivimos, sino que pasamos los días sin plantearnos que la vida es otra cosa, o debería serlo.
—¿Esto no es vida? ¿Podríamos estar en un sitio mejor que este? Una tarde de otoño, sentados en la arena, escuchando las olas, oliendo el mar…, mirando cómo sonríen tus ojos.
—¿De verdad sonríen?
—Bueno, tienes unos ojos bonitos y… Vale, me siento bien y me he venido arriba demasiado pronto. Vuelvo a mi pregunta: ¿no es esto vida?
—Nadie soportaría una existencia totalmente vacía de distracciones, y, sin embargo, hay tanta gente que la soporta…
—Ya… ¿Por qué aceptaste la cita?
—Supongo que por lo mismo que tú, porque, a pesar de todo, nunca perdemos por completo la esperanza de revivir las sensaciones que nuestra memoria se empeña en hacernos creer que una vez fueron reales.
—Yo estuve enamorado.
—¿Y es esa la sensación que quieres recuperar?
—¿No es amor lo que buscamos todos?
—Amor es una palabra muy grande. Amor es sentirse bien con una misma, que te respeten, tomarte una cerveza con una amiga, abrazar a alguien que necesita consuelo, o una sonrisa de complicidad. Yo me conformo con eso.
—Y la compañía de un match de Tinder.
—No sé… Ya te digo que la memoria es tozuda, pero te advierto que la palabra enamorada no existe en mi diccionario.
—Ahora tus ojos sí sonríen.
—Hay tantos tipos de sonrisas como de amor, así que no deposites demasiadas esperanzas en la sonrisa de mis ojos.
—¿Siempre eres tan enigmática?
—¿Y tú siempre haces tantas preguntas?
—Pues no me lo había preguntado nunca. Lo que sí me sigo preguntando es por qué estamos aquí.
—No te preocupes, en un rato tampoco te preguntarás eso.
Invierno
—Si no estás preparado para el amor, cómo puedes estar preparado para la vida…
—¿Cómo dices?
—Oh, nada, es de una canción. Reflexiono sobre ello.
—Uf, qué profundo.
—¿Tú no te haces preguntas sobre el amor y la vida?
—Ay, madre. No serás un filósofo de esos…
—¿Conoces a muchos filósofos?
—No sabes tú la fauna rara que se encuentra una en Tinder.
—¿Te parezco raro?
—La verdad es que por el chat parecías majo, pero te estás poniendo un poquito trascendental, ¿no?
—Sólo pretendía charlar un poco para empezar a conocernos.
—Verás, yo es que no suelo meterme en la vida de nadie. Prefiero vivir el presente, ¿sabes?
—Me parece bien. ¿Ves?, ya me has contado algo más sobre ti.
—Pues ahora te cuento otra cosa: voy a pillarme una birra y a bailar, que este cuerpo serrano no luce sentado. ¿Te vienes?
—Vale, pero luego podemos ir fuera, a un sitio más tranquilo.
—Eh, para el carro, moreno, que vas muy lanzado. Tú demuéstrame lo bien que bailas, y ya hablaremos cuando nos echen de aquí. Además, fuera hace mucho frío.
—Es que hace mucho que no bailo.
—No te preocupes, que eso no se olvida. Es como lo de montar en bici… y otras cosas. Tú déjate llevar, pero, porfa, no me cortes el rollo con movidas del Coelho ese.
Primavera
—Si no estás preparado para el amor, cómo puedes estar preparado para la vida…
—Yo estoy preparada para el amor, aunque hace tanto que lo busco que me parece que no existe.
—¿Nunca has estado enamorada?
—Demasiadas veces, pero, perdona que sea tan sincera, los tíos sois muy cabrones.
—Tranquila, no me ofendes. Supongo que no has tenido buenas experiencias.
—Preferiría no hablar de ello, la verdad. Vamos a disfrutar de la comida, de las vistas a la montaña y de este solete tan rico. Y a todos esos tíos de mi pasado, que les jodan bien.
—Brindo por ello. De todas formas, si tienes tan mal concepto de los hombres, ¿por qué has aceptado la cita?
—Porque soy tonta. Es lo que debes estar pensando, ¿a que sí?
—No, mujer. Perdona, no quería molestarte.
—No, en serio, tengo una tara. Ya te he dicho que, a pesar de todo, sigo creyendo en el amor. Para que te hagas una idea, me encantan las comedias románticas: chica conoce a chico, los dos adorables, y acaban juntos y felices.
—Hay pelis peores. Con esas, al menos pasas un rato agradable.
—¿Tú has estado enamorado?
—Sí, pero fue hace mucho.
—¿Qué pasó? No te portarías como un cabrón…
—Si te soy sincero, aún hoy no sé qué pasó. Y ya no tiene mucho sentido tratar de entenderlo.
—Yo creo que todos tenemos un alma gemela, que la buscamos constantemente, pero sólo unas pocas de ellas se encuentran. De modo que la mayoría de personas no están con la pareja que deberían, y algunas, como yo, son especialmente hábiles en elegir mal. Pero bueno, es cuestión de seguir probando; quién me dice que no seas tú mi alma gemela.
—Vaya, ¿no es eso poner la expectativa muy alta en una primera cita?
—No te preocupes, estoy acostumbrada a las decepciones.
Verano
—If you are not ready for love, how can you be ready for life…
—Hola, perdona que te moleste. ¿Estás escuchando a Soko?
—¿Qué? Ay, espera, que me quito los auriculares.
—No tiene importancia. Es sólo que he reconocido la canción.
—Vaya, perdona. ¿Se oye mucho?
—No, no, es que te he escuchado cantar.
—¿En voz alta?
—Sólo susurrabas, pero estamos muy cerca.
—Ya, es lo que tiene el metro. A veces me miran raro, pero me da igual.
—A mí me parece bien que cantes. Es mucho mejor que tener que oír las conversaciones de la gente por teléfono. Además, me encanta esa canción desde que la descubrí el año pasado.
—Yo soy muy fan de Soko desde hace años. Y tienes razón, el metro está lleno de gente rara… como yo.
—Interesante.
—¿El qué?
—Cantas en el metro, no le gruñes al desconocido que se atreve a hablar contigo y te ríes de ti misma. No es una combinación muy común.
—Ya te he dicho que soy rara. Por cierto…
—¿Qué?
—No, nada, olvídalo, iba a decir una tontería.
—Pues no sé. Si no la dices, no puedo valorar si lo es.
—Es igual, es que soy demasiado impulsiva… y así me va.
—Bueno. La siguiente es mi parada, así que quizás tenga más suerte el próximo pasajero que te pregunte si escuchas a Soko. Calculo que, siendo optimista, ocurrirá en unos cinco años.
—Buf, no sé si podré aguantar tanto tiempo. Va, te lo digo: ¿te apetece venir a un concierto?
—Vaya, pues sí que eres impulsiva.
—Tienes razón, ¿ves cómo era una tontería?
—Qué va. Más bien es una de esas cosas que ves en las pelis y piensas que molaría, pero que no ocurren en la vida real.
—No suelo ver pelis de esas, pero te aseguro que yo sí lo hago, jajaja.
—¿Quién canta?
—Yo.
—Guau. ¿Cuándo es?
—Dentro de dos horas. Una locura, ¿verdad? Oye, que estamos en tu parada, ¿no bajas?
—No te preocupes, me ha surgido un plan inmejorable para un viernes de final de junio.
Me gusta esto:
Me gusta Cargando...
Debe estar conectado para enviar un comentario.