Economista, pagano existencialista, amante de la música y la fotografía... Escribo para descubrir y ordenar lo que circula dentro de mi... Si escribir por ello es pecado, pues le abro mis brazos al castigo que me tengan reservado.
Las palabras se esconden en la sombra,
las abraza el miedo
joven e ingenuo
amamantadas por la teta de la angustia,
el hambre del día,
el frío de la noche
Habla
mente silenciada.
Levanta la cabeza de la penumbra,
asómate al borde del horizonte,
parcializa tu eclipse,
la ceguera de la ignorancia.
El sabor de la empatía,
bordeado en tus pequeñas manos,
brillando en tus ojos,
cayendo con tus cálidas lágrimas,
que nos ha unido a esta cadena
dentro del lazo de la compasión,
de una verdad que duele,
una realidad odiada.
Una mano desinteresada
te abraza, te acompaña.
Reposa en el calor de la mañana,
la brisa de paz te sacia
Son dos almas conectadas,
un solo corazón.
Bastó con mirar al cielo y dejarme perder en su laberinto de blancos y azules. Bastó con escuchar al vacío en el aire, su inexistente existencia me relajaba. Cuanta más atención prestaba, más me entregaba a la infinita muestra del tiempo. Mi viaje iniciaba.
«Si tan solo tuviese alas», pensaba. Era de las pocas cosas que lamentaba carecer. No se trataba de un asunto de desplazamiento o similar, se trataba del sentimiento. Las emociones que se manifestarían por el simple hecho de llegar a donde un ser sin alas jamás podría… Ni siquiera soy capaz de describirlas, nunca he volado por mi cuenta. Pero de igual manera mi viaje había iniciado. No tenía alas, pero había aprendido a prescindir de ellas. Para mí, la acción de volar había adquirido una sutil diferencia con la definición tradicional, trayendo consigo algo más que un disentimiento. Maximizaba mis emociones.
Volaba, realmente lo hacía. Saltaba de nube en nube mientras jugaba con las gotas de agua que flotaban dispersas por el aire. Las fugaces ráfagas de viento despeinaban mi cabello sin pena, pero no le daba importancia, no siempre volaba con tanta libertad. No me cansaba, no sentía un solo rastro de cansancio en todo mi cuerpo, era la mejor de las sensaciones en mucho tiempo. Tiempo… solo avancé sin tener idea de cuánto tiempo pudo pasar desde que inicié mi vuelo.
Y luego, la gravedad regresó. Me di la vuelta súbitamente, allí estaba un rostro conocido mirándome con una evidente señal de interrogación.
—¿Estás bien? —me preguntó él con su rostro aún lleno de signos interrogantes.
—Sí, disculpa, estaba ido en mis pensamientos.
—Está bien, no pasa nada. Vamos, es hora de que realices tu presentación al directorio.
*Nota del autor: Para observar la imagen con mayor detalle, hacer click sobre ella. La compresión por WordPress genera una pérdida de calidad en la resolución de esta fotografía.
Nunca había tocado tu mano. No era la primera vez que nos habíamos cruzado pero, esa vez, el encuentro fue distinto. No te llamé. No me buscaste. Pero nos tocamos.
Quisiera saber, ¿estabas tentada de llevarme contigo? Nunca podré saberlo, no te habría escuchado. No eres un consuelo, ni yo tu última compañía. Aunque, tal vez habrías podido enseñarme algo, ¿no?
Las noches recientes son algo más tranquilas. No hay colapsos, no hay palabras, ni gemidos… o lágrimas. Pareciese que tu llegada era necesaria pero, ¿no tuviste ganas de llevarme contigo? Con odio toqué tu mano, estoy seguro.
Estamos destinados a vernos de nuevo. Tal vez ese día me abraces. O quizá me arrastres. Ese día, sin embargo, nos veremos directo a los ojos. Ese día, tú y yo, Azrael, Tánatos o Keres…
¡Hola! Esta semana ha sido atípica en Salto al reverso, pocas entradas en estos siete días para degustar como es usual y, por tanto, para votar. Los instamos a continuar compartiendo su hermoso arte en el blog. ¡Ánimo!
Les dejamos las entradas más votadas. Las ganadoras del primer lugar en las votaciones son seleccionadas para la revista (#4).
Éstas son las entradas por las que pueden votar. La primera recibe 3 votos, la segunda 2 votos y la tercera, 1 voto. Recuerden que TODOS pueden votar, aunque sean sólo lectores.
Ahí estás
día a día,
fumando,
con tus delicados labios,
suaves como mi almohada
sobre la que reposo,
descanso
y sueño con enredos.
El rastro de tus días,
como dejando huellas en la arena
con cada gota de vida
que palma el relieve del destino,
que se sacrifica
para mantenerte soñando.
La humedad a veces te envenena,
el aire caliente que se respira,
el cansado andar por allí,
son cargas que pesan,
duelen y,
a veces…
Pero no,
no lo hace,
no mata,
quebranta y daña,
pero no mata.
No tiene armas,
no tiene voz,
ni brazos ni piernas,
no piensa,
solo pesa.
En cambio tú,
tienes tu vino,
tu copa y tu cigarrillo,
un lápiz y una libreta,
y lo mejor,
un alma y un corazón,
que liberan las cargas
de los aires húmedos,
de los días del ayer
y del antier,
abriendo las puertas a nuevos aires,
los de una fresca mañana,
los alisios de un nuevo día.
Y luego,
puede ser,
que deje entrar algo más.
Nada que temer,
sólo para pensar,
reir y disfrutar,
de los nuevos alisios,
de las nuevas mañanas,
con brazos y piernas,
para que te acompañe a caminar,
tomar una copa de vino y,
tal vez,
fumar y soñar.
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