Salto.
Y al reverso.
Salto siempre subiendo
y alcanzando cotas. Y subiendo a través
de peldaños que van escribiendo poemas,
y armando fotos de colores
de imágenes que hacen pensar.
Salto.
Y al reverso.
Imaginado desde una esquina, o desde una silla
que mira al techo en una pieza mexicana.
Por una chica binombre,
que ríe siempre que ríe
en ello por ello y con ello.
Salto que observado dentro de un mapa,
se va propagando hacia Europa,
hacia confines que va heredando,
hacia fronteras que va traspasando.
Salto.
Y al reverso.
Como un globo almacenando alimento caliente,
inmensamente bañado de noticias que no son tales,
y de palabras frontales,
informales, huecos de todo lo que aún no se ha dicho.
Salto porque sí.
Que no solo cae sino que va creciendo,
en un aire que lo merece y que cuando no sube lo extraña.
Salto.
Y al reverso.
Realidad reversa de salto alterno.
En cualquier caso mejor que mortal.
A Carla Paola, que ayer me puso contento.
Muy contento con su contento real, uno de los que empapan.
Escrito a las 12.40 del mediodía en Karlsruhe, una bonita ciudad en medio de la Europa parte del mundo.
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