Lo que te quise y olvidé


Lo que te quise y olvidé cuando dejamos de escribirnos,

como si la suerte del destino estuviera en la palabra,

y anduviéramos a la deriva, cosechando cuerdas o relojes

sin saber que se muere de hambre, de placer y de algoritmos,

 

lo que te quise, decía, no fueron promesas ni cuentos,

quizás, y de procedencia incierta,

algún poema escrito en el anverso, escrito en silencio,

por ese yo que te quiso y olvidé.

Deprisa como el viento


Ibas deprisa, sin contar los segundos, dejando atrás al viento y a aquel tarareo de alguna canción de The Rolling Stones. Deprisa como el viento, como el jadeo de los amantes bajo la lluvia. El color de tu boca florece cantos de sirena y rosas imaginarias que se deshojan en silencio, llena de pasos tristes te confundo con la risa, quizás, con la caricia de la muerte sobre el recién nacido, susurrándole al oído que regresará algún día. Algo en la melodía de tu andar me llevó a seguirte, no fue la sensación oruga de la soledad, qué inoportuno es el verano cuando brilla sin cadencias de olvido. Fui tras de tus pasos, ibas ligera de vestimentas, tus piernas firmas marcaban el ritmo de mi respiración, y el color de tus ojos, las palabras que te quise y nunca pude escribirte. Daba grandes bocanadas de aire para no perderte, y apenas si te veía en la multitud, y te imaginaba sonreír al viento trueno del amor. Tenía, a lo mucho, una o dos frases para comenzar una conversación, la referencia del espacio y el agujero gusano del desamor, algún detalle sobre eventos mutuamente excluyentes, y tu sonrisa como único indicio de fracaso. Vengo a verte pensar todos los días, el café es el único que entretiene tu silencio, la soledad del libro abierto nos olvida mientras tanto. Quizás de tanto caminar aprendamos las palabras exactas para decir te olvido sin habernos conocido. Para serte fiel sin recordar tu sexo invierno.

Debería


 

Estoy frente a una taza de café,

y tú, frente al mar,

al costado de la sangre de tu sangre,

y solo puedo recordar el gesto de tus labios,

estoy frente al teclado,

sin saber que podría ordenar palabras,

y cambiarles el significado

solo para decirte

que he llegado demasiado tarde,

que me encantaría pasar el rastro de mis días contigo,

y que pasaran muchos años

para darme cuenta que debería dejar de pensar así,

que bebería dejar de pensar en ti.

Como la lluvia


si olvidáramos como la lluvia
con aquel inexplicable roce de viento y lágrimas
entre sonrisas y miradas furtivas

si sonriéramos como la muerte
con aquel rocío al amanecer
entre inexplicables adioses de lágrimas

En silencio y en tu ausencia


He venido desde muy lejos para verte, para decirte algo sin que puedas entenderme. Yaces en silencio, y creo oírte tararear alguna marinera al compás del respirador artificial, me gustaría tanto acompañarte, nadie parece escuchar la versión alegre de tu adiós. Tendría que acercarme a tu oído y cantar al compás de alguna melodía, tu sonrisa; y estoy seguro que, después de ello, tampoco despertarías.  No pretendo quedarte ni olvidarte. El tiempo vuela, camina deprisa sin mirar atrás, sin embargo no puede escapar de las palabras. Solo vine a darte las gracias, en silencio y en tu ausencia. De ahora en adelante, sonreiré cada vez que recuerde tu voz y respire el aroma del café recién tostado.

Olvidarás este poema


Sin ser del tiempo, hemos pensado demasiado en cuerdas y relojes, y sé que aunque te escribo, solo me lees entre libros. Han pasado cientos de vocales y decenas de palabras, y seguimos siendo los mismos para nadie. Sé que algún día extrañarás el calor de la arena y el agujero de las cicatrices; y no podré sentir el fuego de tu boca cuando llueva.

No escribí la distancia entre los dos; y tengo palabras que no te olvido. Hemos bebido tantas gotas de café y tantas canciones juntos; y por ello, creo que todavía no aprendimos del rencor ni de las palabras suicidas. El adiós es breve cuando existe tanto que decir. Mañana beberás un café que no preparé y olvidarás este poema.

Donde sed que no te has ido


 

Del frágil correr del verano ausente

solo guardo silencios y nombres raros,

iré leyendo entre tus piernas

ágiles movimientos celestes

para desearnos fuego debajo del agua,

para perdernos para siempre hasta mañana,

y de alguna u otra forma

te encontraré

donde sed que no te has ido.