Rugiente llamarada de poliedros
y amarguras-vestigiales,
cacharresca y d/i/n/á/m/i/c/a
que taladras-adoras mi yo:
¡muere!
Déjame;
prueba el catalítico sabor
(espumoso-ridículo-intenso)
de la metralla arcaica
de licores cadavéricos =>
sublima sublima sublima
aquel amor tecnotropical
(con aires de pelotón de fusilamiento)
que baja todavía por la montaña
de mi pasión
y no se va
no se va
no se va.
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