Amor tecnotropical: aproximación técnica


Rugiente llamarada de poliedros

y amarguras-vestigiales,

cacharresca y d/i/n/á/m/i/c/a

que taladras-adoras mi yo:

¡muere!

Déjame;

prueba el catalítico sabor

(espumoso-ridículo-intenso)

de la metralla arcaica

de licores cadavéricos =>

sublima sublima sublima

aquel amor tecnotropical

(con aires de pelotón de fusilamiento)

que baja todavía por la montaña

de mi pasión

y no se va

no se va

no se va.

Lo que te gusta


Humo vainilla en la oscuridad,

besos de mantícoras en el vacío,

temblores de maremoto espacial,

plumas delirantes en las vértebras,

devastación de tus cuerdas viscerales,

caricias de vértigo láser,

miradas de titiritero en llamas,

supernovas que sacan la lengua,

un traje medieval tejido de electricidad y dedos,

y tú y yo y ya:

es lo que te gusta.

Ni idea


Una marabunta de yoquesés

—o era una manada de nosecómos—

me azota me araña (duro duro)

me ladra verdades prehistóricas no contadas;

y no hay una bendita cripta donde beber silencios burbujeantes de alquimista-pirata,

no existe un búnker que guillotine enigmas con paredes uránicas:

me obsesiona ese secreto

del nudo-locura

del rostro de la puerta

de la tumba

del

faraón.

 

Ni idea, ni idea, ni idea

se taladraba en mi se(c)so:

todos abrían en canal mi bazo azul

y se desparramaron los infinitos;

el misterio se carcajeó y parió

rinocerontes vestidos de princesas

que no tenían

(tampoco)

ni idea.

Literatos locos


Otro whisky a palo seco,

dijimos,

y nos brotaron metáforas del sobaco,

ditirambos de las cejas

y dos serventesios de cada nalga;

puñaladas de verdad,

humores vitriólicos

y versos de gasolinera.

 

Nuestras pelusillas del ombligo

cantaron una zarzuela

y se comieron la luna

sin guarnición.

 

Yo no sabía qué hacer,

así que me rasqué la nuca

y saltó un tropical pareado

de arroz con mango.

Somos


Animales inacabados,

bípedos implumes de uñas planas,

seres racionales,

destructores y usurpadores,

los desterrados hijos de Eva,

monos desnudos,

exploradores de mundos,

danzas atómicas,

los que dan nombre a las cosas,

mamíferos protésicos,

templos del Espíritu,

almas inmortales,

pasiones inútiles,

una definición.

Esas piernas


Esas piernas no eran naturales
sino que oprimían las leyes de la física;
esas piernas no tenían límites
puesto que eran cordillera de infinitos;
esas piernas eran salsa de orquídeas
sublimada en el fondo de un matraz.

No sé ni cómo describir
aquellos muslos cimbreantes y tostados,
que tomaban las riendas del concierto
que inició tu sonrisa pizpireta.

Columbré un sendero hacia arriba
—o abajo—
que serpenteaba hacia el origen jurásico
de todos tus misterios.

¿Qué es una mujer?


Una sonrisa pícara de vida,

una rara orquídea soñadora;

ansia pura del vacío que aflora

tras la triste esperanza bendecida.

 

El sabor de la mar embravecida,

aquello que Helios de Selene añora;

el gran secreto que en la Esfinge anida

dama, doncella, guerrera y señora.

 

Una mujer es esto y no exagero,

frágil y fuerte, humilde y altanera,

la estrella que en mi corazón espero.

 

Aunque el tapiz del ser se descosiera

y yo aguantara como alabardero,

es el agua si el universo ardiera.