
Allí donde se pierde el océano
el agua se vuelve pétalos en la espuma,
llega a existir un camino espiritual
a mayor profundidad
donde se nos concedió la vida.
Los maltrechos buques
dan campanadas de acero,
mientras se hunden olvidando la tormenta.
Unas columnas de vapor de tamaño inmenso,
escapan al cielo,
con el brillo de los ojos de las sirenas,
para formar un acusador huracán
contra los hombres engreídos y poderosos.
Contra el plástico y el calor sofocante.
Todo termina, todo se acaba
todo empieza, todo se hunde,
en el agua.
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