Un mar de preguntas


¿Cuántos ríos llevas derramados
sobre ti?
¿En cuántas ocasiones te has bañado
en sal,
sin que tu cuerpo roce la orilla?
¿A cuántas criaturas habrás dejado maravilladas,
al cruzarte bajo el fondo, dibujando el contorno
de una nueva silueta en la biosfera marina?
¿De qué manera habrán echado a volar las aves
si han querido evitar erizarte la piel?
¿Cómo se posó el polvo sobre ti
y rebotó hasta el cielo para convertirse
en partículas osadas, brillantes y mágicas?
Un mar de preguntas, un piélago de ti.

El contador


Esto de haberme enamorado de una artista es horrible. Mi nombre es Damián y desde los diez años supe que quería ser contador. Y soy muy buen contador. Los números son y serán siempre mi mayor fascinación. Bueno, mi mayor fascinación después de ella.

Pero ella y yo no somos iguales. Distamos mucho.

Podría, para conquistarla, hacerle el balance de su empresa por los próximos cinco años sin cobrarle un céntimo.

Podría estructurarle una tienda de flores, una cafetería con galería para sus obras, quizás un bar o lo que quiera. También podría hacer muchas más cosas por ella, cualquiera de las que la vida me ha enseñado. Pero arte no.

Y es horrible porque yo estoy que me muero y ella nada que viva por mí. Y ya intenté todo lo que sé hacer, así que si esto no la conquista no sé qué va a ser de mí.

Anoche sacrifiqué y me resigné a nunca más escuchar todos los te amo que me podría decir si resulta mi estrategia. Si la conquisto con esto y se enamora de mí, su amor me llegará a medias, pero me llegará. Lo tengo claro, pero estoy desesperado.

Espero que entienda que esto es la mejor demostración artística que puede salir de este contador. Espero que con esto ella se enamore por fin de mí.

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Dibujo de Ana Gabz Ferral (Inst: @semejante_)

Virgen de lujuria


Elvira Martos

Escarlata


Santa_Rita

Flor purpúrea,
planta cardenalicia
de talla real.


Ejemplar de enredadera de Santa Rita (Bougainvillea glabra) en un jardín de Montevideo, Uruguay.

 

El día que morí


Imagen libre de derechos obtenida en Pixabay

El día que morí, murieron otras muchas personas, como cada día. Yo lo hice después de una vida larga, de la que, haciendo balance de los buenos y malos momentos, me puedo considerar afortunado. Habría preferido evitar el mal trago de la embolia que me postró en la cama durante dos semanas de agonía; un infarto mientras dormía habría sido más benévolo, pero qué se le va a hacer.

Otros lo pasaron peor, y su fin fue, a todas luces, mucho más injusto.

El día que morí, también murió un obrero a quien le cayó encima una pared mal apuntalada. Murieron una madre y su hija, atropelladas por un conductor borracho; y una mujer, ejecutada a pedradas por tratar de huir de un marido que la maltrataba. Otra murió desangrada, como consecuencia de un aborto clandestino.

Un hombre murió tras lanzarse al vacío desde la azotea del edificio de donde lo iban a desahuciar. A una prostituta la estrangularon tras haberla violado, y tiraron el cuerpo en una cuneta.

El día que morí, una patera con treinta personas a bordo se hundió en medio del mar, sin que nadie atendiera sus llamadas de socorro. Otras diez murieron al intentar saltar una valla fronteriza, víctimas de los disparos de los guardias.

Ese día, el que yo morí, un misil “extraviado” hizo saltar por los aires una escuela, con más de cien niños y varios maestros dentro. En otro lugar, las bombas certeras arrojadas desde un avión borraron del mapa un pueblo entero y a sus dos mil habitantes.

El día que morí, en un país olvidado, incontables personas anónimas murieron de hambre.

A mí me mató una embolia. No fue agradable, pero morí en la cama de un hospital, con mis manos entre las cálidas manos de mi esposa amada.

El día que morí, una mujer murió dando a luz en la cárcel. Y del cemento agrietado de sus muros brotó una flor diminuta.

Soy yo


No huyo de mí

pero tampoco quiero encontrarme

 

Mis grietas son mías

aunque por ellas no sea yo el único que cae.

Soy causa

origen

persona

de cada una de ellas.

 

Creo terremotos

decepciones;

creo catástrofes naturales y artificiales.

Creo en mí

y en ti.

 

Soy yo, aunque no lo parezca.

Me mantengo en mí

mientras te dejo elegir.

Porque me apetece todo

aunque no piense nada.

 

Soy yo, aunque no lo parezca.

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Serie Wabi Sabi – 01


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