Alejandra


A Alejandra Pizarnik

Hablan de tus demonios y no
ponen cara a tu espíritu.
Hablan de tus males y no se apenan
al hacerte princesa de la miseria.
Hablan de tu cárcel, pero no de
lo sobrenatural de tu canto libre.
Hablan hablan hablan hablan
y dicen tu nombre en vano.
La angustia reina para todos,
a todos se acercan los demonios
y todos nos hacemos jaula, alguna vez.
Hablan hablan hablan hablan
pero regresas cuando pronuncio
tu nombre, Alejandra. Eres canto
en mi invocación y pájaro que migra
y cría desde mi norte hasta mi sur.

Paseo desde tu puerto a mi galaxia


Noche ancha, cabeza tibia. A un lado de la almohada se encuentra el puerto. Destruido ayer por las olas. Caminar, caminar hasta el lado opuesto, atravesando una galaxia gigantesca. Hormigas pateando de hombro a hombro mi cuerpo. Llego a la terminal A del puerto, soy barco atracando en el puerto.

El reloj no marca la hora de mi pulso. Abro los ojos y lo miro, de nuevo, equivocando el ritmo.

Un paisaje reconstruido a charcos y reflejos de árboles truncados. Papeles y plásticos escapan de las papeleras y saltan desplazándose en sucesivos brincos. Mis pestañas se balancean y juego a alcanzar la calle. Sí. Elevo los brazos para tocar la libertad. Sí. Soy papel y plástico. Sí. Consigo adelantar el reloj y ralentizar el ritmo, igualándonos. Sí. La cama omite las conversaciones del día y cuida de que la galaxia que me habita no se destruya. Sí. La fui tejiendo y fui también araña. Sola. Siempre sola. Lenta, muy lentamente*. Busqué un hueco, el oxígeno que no destruyese mis pulmones, la cuesta interminable, el puerto al que llegar y la galaxia que me habita. Sí. A la que doy vida y estrellas mientras respiro.

*«PUERTO ADELANTE», Alejandra Pizarnik.