De amor solo me creo aquello que escucho y luego puedo cantar, recitar o hablarlo con mi espejo, entonces, ese reflejo parcial y único se convierte en un amor parcialmente puro e imperfecto y a eso me aferro a mi vida con amor propio y con el del resto cuando lo siento verdadero en mi niño interno.
Etiqueta: amor
Tres citas y un encuentro inesperado
Otoño
—Si no estás preparado para el amor, cómo puedes estar preparado para la vida…
—¿Esa no es la letra de una canción de Soko?
—Sí, la escuché por primera vez hace un par de semanas, y no dejo de hacerme la pregunta.
—Es chula. Pero, la verdad, no creo que estemos preparados para la vida.
—¿A qué te refieres?
—A que no vivimos, sino que pasamos los días sin plantearnos que la vida es otra cosa, o debería serlo.
—¿Esto no es vida? ¿Podríamos estar en un sitio mejor que este? Una tarde de otoño, sentados en la arena, escuchando las olas, oliendo el mar…, mirando cómo sonríen tus ojos.
—¿De verdad sonríen?
—Bueno, tienes unos ojos bonitos y… Vale, me siento bien y me he venido arriba demasiado pronto. Vuelvo a mi pregunta: ¿no es esto vida?
—Nadie soportaría una existencia totalmente vacía de distracciones, y, sin embargo, hay tanta gente que la soporta…
—Ya… ¿Por qué aceptaste la cita?
—Supongo que por lo mismo que tú, porque, a pesar de todo, nunca perdemos por completo la esperanza de revivir las sensaciones que nuestra memoria se empeña en hacernos creer que una vez fueron reales.
—Yo estuve enamorado.
—¿Y es esa la sensación que quieres recuperar?
—¿No es amor lo que buscamos todos?
—Amor es una palabra muy grande. Amor es sentirse bien con una misma, que te respeten, tomarte una cerveza con una amiga, abrazar a alguien que necesita consuelo, o una sonrisa de complicidad. Yo me conformo con eso.
—Y la compañía de un match de Tinder.
—No sé… Ya te digo que la memoria es tozuda, pero te advierto que la palabra enamorada no existe en mi diccionario.
—Ahora tus ojos sí sonríen.
—Hay tantos tipos de sonrisas como de amor, así que no deposites demasiadas esperanzas en la sonrisa de mis ojos.
—¿Siempre eres tan enigmática?
—¿Y tú siempre haces tantas preguntas?
—Pues no me lo había preguntado nunca. Lo que sí me sigo preguntando es por qué estamos aquí.
—No te preocupes, en un rato tampoco te preguntarás eso.
Invierno
—Si no estás preparado para el amor, cómo puedes estar preparado para la vida…
—¿Cómo dices?
—Oh, nada, es de una canción. Reflexiono sobre ello.
—Uf, qué profundo.
—¿Tú no te haces preguntas sobre el amor y la vida?
—Ay, madre. No serás un filósofo de esos…
—¿Conoces a muchos filósofos?
—No sabes tú la fauna rara que se encuentra una en Tinder.
—¿Te parezco raro?
—La verdad es que por el chat parecías majo, pero te estás poniendo un poquito trascendental, ¿no?
—Sólo pretendía charlar un poco para empezar a conocernos.
—Verás, yo es que no suelo meterme en la vida de nadie. Prefiero vivir el presente, ¿sabes?
—Me parece bien. ¿Ves?, ya me has contado algo más sobre ti.
—Pues ahora te cuento otra cosa: voy a pillarme una birra y a bailar, que este cuerpo serrano no luce sentado. ¿Te vienes?
—Vale, pero luego podemos ir fuera, a un sitio más tranquilo.
—Eh, para el carro, moreno, que vas muy lanzado. Tú demuéstrame lo bien que bailas, y ya hablaremos cuando nos echen de aquí. Además, fuera hace mucho frío.
—Es que hace mucho que no bailo.
—No te preocupes, que eso no se olvida. Es como lo de montar en bici… y otras cosas. Tú déjate llevar, pero, porfa, no me cortes el rollo con movidas del Coelho ese.
Primavera
—Si no estás preparado para el amor, cómo puedes estar preparado para la vida…
—Yo estoy preparada para el amor, aunque hace tanto que lo busco que me parece que no existe.
—¿Nunca has estado enamorada?
—Demasiadas veces, pero, perdona que sea tan sincera, los tíos sois muy cabrones.
—Tranquila, no me ofendes. Supongo que no has tenido buenas experiencias.
—Preferiría no hablar de ello, la verdad. Vamos a disfrutar de la comida, de las vistas a la montaña y de este solete tan rico. Y a todos esos tíos de mi pasado, que les jodan bien.
—Brindo por ello. De todas formas, si tienes tan mal concepto de los hombres, ¿por qué has aceptado la cita?
—Porque soy tonta. Es lo que debes estar pensando, ¿a que sí?
—No, mujer. Perdona, no quería molestarte.
—No, en serio, tengo una tara. Ya te he dicho que, a pesar de todo, sigo creyendo en el amor. Para que te hagas una idea, me encantan las comedias románticas: chica conoce a chico, los dos adorables, y acaban juntos y felices.
—Hay pelis peores. Con esas, al menos pasas un rato agradable.
—¿Tú has estado enamorado?
—Sí, pero fue hace mucho.
—¿Qué pasó? No te portarías como un cabrón…
—Si te soy sincero, aún hoy no sé qué pasó. Y ya no tiene mucho sentido tratar de entenderlo.
—Yo creo que todos tenemos un alma gemela, que la buscamos constantemente, pero sólo unas pocas de ellas se encuentran. De modo que la mayoría de personas no están con la pareja que deberían, y algunas, como yo, son especialmente hábiles en elegir mal. Pero bueno, es cuestión de seguir probando; quién me dice que no seas tú mi alma gemela.
—Vaya, ¿no es eso poner la expectativa muy alta en una primera cita?
—No te preocupes, estoy acostumbrada a las decepciones.
Verano
—If you are not ready for love, how can you be ready for life…
—Hola, perdona que te moleste. ¿Estás escuchando a Soko?
—¿Qué? Ay, espera, que me quito los auriculares.
—No tiene importancia. Es sólo que he reconocido la canción.
—Vaya, perdona. ¿Se oye mucho?
—No, no, es que te he escuchado cantar.
—¿En voz alta?
—Sólo susurrabas, pero estamos muy cerca.
—Ya, es lo que tiene el metro. A veces me miran raro, pero me da igual.
—A mí me parece bien que cantes. Es mucho mejor que tener que oír las conversaciones de la gente por teléfono. Además, me encanta esa canción desde que la descubrí el año pasado.
—Yo soy muy fan de Soko desde hace años. Y tienes razón, el metro está lleno de gente rara… como yo.
—Interesante.
—¿El qué?
—Cantas en el metro, no le gruñes al desconocido que se atreve a hablar contigo y te ríes de ti misma. No es una combinación muy común.
—Ya te he dicho que soy rara. Por cierto…
—¿Qué?
—No, nada, olvídalo, iba a decir una tontería.
—Pues no sé. Si no la dices, no puedo valorar si lo es.
—Es igual, es que soy demasiado impulsiva… y así me va.
—Bueno. La siguiente es mi parada, así que quizás tenga más suerte el próximo pasajero que te pregunte si escuchas a Soko. Calculo que, siendo optimista, ocurrirá en unos cinco años.
—Buf, no sé si podré aguantar tanto tiempo. Va, te lo digo: ¿te apetece venir a un concierto?
—Vaya, pues sí que eres impulsiva.
—Tienes razón, ¿ves cómo era una tontería?
—Qué va. Más bien es una de esas cosas que ves en las pelis y piensas que molaría, pero que no ocurren en la vida real.
—No suelo ver pelis de esas, pero te aseguro que yo sí lo hago, jajaja.
—¿Quién canta?
—Yo.
—Guau. ¿Cuándo es?
—Dentro de dos horas. Una locura, ¿verdad? Oye, que estamos en tu parada, ¿no bajas?
—No te preocupes, me ha surgido un plan inmejorable para un viernes de final de junio.
«Te amo»
En el último momento del día,
en el postrer esfuerzo
que me demandas.
Derrotada. En el piso
por enésima vez
en la jornada,
a punto de perder
la batalla.
Pero me abrazas.
Algo se enciende
en tu mente
y te me abalanzas,
haciendo el sonido
de siempre:
—Uhhhh, mama.
—Sí, te amo
—digo, como siempre,
conquistada.
—… a-mo.
(¿¡!?)
Las campanas de la vida
suenan en cascada.
—Te amo.
—A-mo.
Tu carita de triunfo
ante la nueva palabra.
Yo, a punto de estallar
en lágrimas.
—Te amo.
—Te… a-mo.
Ponerle un vocablo
al sentimiento
transmitido,
percibido
desde el vientre,
desde mi alma
hasta tu alma.
Tu cabezota
adorada
que se recarga
en mi hombro,
abandonada.
Tu voz diminuta
en mi oído
diciendo esas palabras.
Victoria personal,
transmisión de amor
y enseñanza;
hay personas
que jamás aprenden
a decir esas palabras.
No me busques, amor

No me busques, amor, que no te encuentro.
No susurres mi nombre,
borra de tu voz ese quejido noble,
calla esa lengua furtiva que devora.
No te pertenecen más las noches,
ni es respiro la furia de tus ansias.
No me busques, amor,
no me detengas con la piel de tu coraza.
Siénteme única, voraz, lejana.
Ya no vive mi música en tu aire,
y sin piedad te maldice mi silencio.
Deshojaste mi pasión con prisas contenidas
en un grito de dolor que ayer gritaba.
No me pidas, suplica por tu vida
que la mía se alejó por la ventana
dejando atrás tus puertas ya cerradas.
Difusa es la pintura que soñabas
envolviendo mis líneas y un aroma.
Frágil, suave y agitada
ha borrado mi pluma tu misterio.
No se muere el amor, ni la mañana.
Se ahogan los colores de dolor
y en tinta muere el alba y el deseo.
Amor, no me busques,
no dibujes con mis huellas caminos muertos.
Inventé para ti mil laberintos
y he cruzado sin tus manos
lágrimas e infiernos.
No me busques, amor, que no te encuentro.
Le pedí al espejo que te rompa
y a la luna que conjure tu veneno.
No me busques, amor, borré tu cuerpo,
me escapé de tu beso y del recuerdo.
Macetas de invierno

“El que intenta entrar
en la rosaleda de los filósofos,
sin la llave,
es como el hombre
que quiere caminar sin pies”.
Epigrama XXVII De Secretis Natura
I
Es un llamado a actuar
contrario a la naturaleza
de mi elemento.
Pero hoy no, hoy no quiero.
Me rehúso a «arreglarlo todo»
mediante la desintegración.
II
Tomaré los tesoros,
pedazos del ayer,
y los sacaré de la tierra.
Cuidaré sus raíces
y los pondré en macetas,
para rescatarlos del invierno.
III
No quiero verlos morir,
solo los quiero mudar
al terreno del ayer.
Salvar lo que se amó
del fuego que consume,
plantarlo en la ro-sa-le-da.
(siempre tendrás la llave)
Candela

«La milicia y los propios vecinos aporreaban las puertas de las casas e irrumpían requisando todo lo que tenían al alcance. »Aquello que no les servía simplemente lo lanzaban por los balcones. Si no hubiéramos estado encerrados todos tras ventanas y puertas tapiadas, podríamos haber presenciado una lluvia continua de cómodas, mesitas de noche, libros y sillas, que estallaban en esquirlas de madera nada más caer y desmembrarse en las aceras. »Después se hacían grandes fogatas y los llantos y el olor a quemado inundaban las calles». |
Próxima presentación del libro «Alcancías»
En Editorial Salto al reverso hemos estado trabajando en la edición del libro Alcancías, del autor Carlos Quijano.
¿Qué es el amor para un espíritu firme y tenaz? Una llama que guía la voluntad y las acciones, que conmueve y enternece, pero que también causa estragos en su entorno.
En esta novela, Alcancías, Carlos Quijano nos presenta a dos personajes movidos por este sentimiento: Aurora, hija única de un poderoso hacendado en los tiempos previos a la Revolución mexicana, y Juan, un humilde alfarero, pobre, pero de rectos valores, que se dedica a fabricar alcancías de barro.
Entre presiones y conflictos familiares y laborales, se entreteje un improbable romance entre dos personajes decididos a lograr sus sueños. Al acercarnos a Aurora, vemos la semilla de la fortaleza femenina en todo su brillo, la determinación por romper esquemas y explorar libremente sus propios sentimientos; mientras que, al descubrir a Juan, somos testigos de la profundidad de los sentimientos y convicciones de un alma bella en su sencillez.
La narrativa avanza de manera fluida a medida que nos adentramos en las vicisitudes de la historia de amor y poder de Alcancías. Estas palabras pretenden ser una invitación a los lectores para descubrir la historia intensa y conmovedora que habita dentro de las páginas hábilmente escritas por el autor.
Los invitamos a la presentación del libro en la Librería El Rincón de Macondo, el sábado 20 de noviembre de 2021, en Av. Presidente 6 BIS, Col. Banjidal, Ciudad de México.
Podrán seguir la presentación vía Facebook Live, en https://facebook.com/saltoalreverso con la participación del autor Carlos Quijano y la editora Carla Paola Reyes.
Presentación oficial
12:00 PM – Ciudad de México
7:00 PM – Madrid
3:00 PM – Buenos Aires
días
horas minutos segundos
hasta
Presentación «Alcancías»
Debe estar conectado para enviar un comentario.