Como el agua


Como el agua

que fluye

por mi alma

las olas de tu voz

van y vienen

a mi orilla.

El cauce

se recupera

y se aviva.

La corriente

toma su curso.

Y de nuevo, tú.

Hay días…


Imagen: I.am_hah

Hay días en los que el alma pesa, la vida duele y los pies no avanzan.

Esos días en los que, queriendo, se corta el aire, se alarga la sombra, el grito se ahoga.

Hay días en que se espera la noche como el desenfreno del mar golpeando las rocas.

Días en los que te amo y no te tengo, madrugadas que hielan un deseo sin cuerpo.

Hay días donde las nubes se ocultan, el sol es etéreo y la lluvia no moja.

Esos días llenos deshojando las horas contigo pero sin ti, a destiempo…

Lánguidas, indomables, rotas.

Hay muchos de esos días, tantos como heridas.

Cuenta regresiva


En el bar que cierra a las doce,

once gendarmes entraron,

diez copas de vino y una ruleta pidieron,

para jugar un juego que el noveno perdió;

ocho fueron las palabras que el perdedor cantó:

«siete veces lloré amargamente bajo sus lindas piernas».

Mientras seis transeúntes atónitos miraban,

cinco de ellos, los más cuerdos, se fueron

y al cuarto de hora del cierre del bar,

bajo las tres únicas nubes del cielo,

dos borrachos callaron,

por culpa de una bala de cañón.

Amor


De amor solo me creo aquello que escucho y luego puedo cantar, recitar o hablarlo con mi espejo, entonces, ese reflejo parcial y único se convierte en un amor parcialmente puro e imperfecto y a eso me aferro a mi vida con amor propio y con el del resto cuando lo siento verdadero en mi niño interno.

«Te amo»


En el último momento del día,
en el postrer esfuerzo
que me demandas.

Derrotada. En el piso
por enésima vez
en la jornada,
a punto de perder
la batalla.

Pero me abrazas.
Algo se enciende
en tu mente
y te me abalanzas,
haciendo el sonido
de siempre:
—Uhhhh, mama.

—Sí, te amo
—digo, como siempre,
conquistada.

—… a-mo.

(¿¡!?)
Las campanas de la vida
suenan en cascada.

—Te amo.
—A-mo.

Tu carita de triunfo
ante la nueva palabra.

Yo, a punto de estallar
en lágrimas.

—Te amo.
Te… a-mo.

Ponerle un vocablo
al sentimiento
transmitido,
percibido
desde el vientre,
desde mi alma
hasta tu alma.

Tu cabezota
adorada
que se recarga
en mi hombro,
abandonada.

Tu voz diminuta
en mi oído
diciendo esas palabras.

—Te amo.

Victoria personal,
transmisión de amor
y enseñanza;
hay personas
que jamás aprenden
a decir esas palabras.

No me busques, amor


Imagen: Davide Ragusa

No me busques, amor, que no te encuentro.

No susurres mi nombre,

borra de tu voz ese quejido noble,

calla esa lengua furtiva que devora.

No te pertenecen más las noches,

ni es respiro la furia de tus ansias.

No me busques, amor,

no me detengas con la piel de tu coraza.

Siénteme única, voraz, lejana.

Ya no vive mi música en tu aire,

y sin piedad te maldice mi silencio.

Deshojaste mi pasión con prisas contenidas

en un grito de dolor que ayer gritaba.

No me pidas, suplica por tu vida

que la mía se alejó por la ventana

dejando atrás tus puertas ya cerradas.

Difusa es la pintura que soñabas

envolviendo mis líneas y un aroma.

Frágil, suave y agitada

ha borrado mi pluma tu misterio.

No se muere el amor, ni la mañana.

Se ahogan los colores de dolor

y en tinta muere el alba y el deseo.

Amor, no me busques,

no dibujes con mis huellas caminos muertos.

Inventé para ti mil laberintos

y he cruzado sin tus manos

lágrimas e infiernos.

No me busques, amor, que no te encuentro.

Le pedí al espejo que te rompa

y a la luna que conjure tu veneno.

No me busques, amor,  borré tu cuerpo,

me escapé de tu beso y del recuerdo.