Próxima presentación del libro «Las botas de Pato Juan»


En Editorial Salto al reverso hemos estado trabajando en la edición del libro «Las botas de Pato Juan» de la autora Ana Torrent.

Esta historia —creada con técnica de plumilla en tableta digital— está dirigida a niños de seis años en adelante.

Con esta publicación, en colaboración con Editorial Salto al reverso, la autora busca conseguir que los niños adquieran el gusto por la lectura, que se diviertan con la historia y que logren identificarse con el personaje, al comprender su moraleja. Posteriormente, desarrollará más cuentos sobre este divertido personaje.

Los invitamos a la presentación del libro vía Facebook Live este jueves 8 de julio de 2021, con la participación de la editora Carla Paola Reyes.


Presentación oficial

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Editorial Salto al reverso
facebook.com/saltoalreverso

12:00 PM – Ciudad de México
7:00 PM – Madrid

2021-07-08T12:00:00

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Presentación de «Las botas de Pato Juan»


Relanzamos nuestra editorial

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«Las botas de Pato Juan» – Ana Torrent


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«Las botas de Pato Juan» – Ana Torrent

¿Qué pasa cuando no nos aceptamos como somos? ¿Y si tratamos de cambiar? Pato Juan es un perro negro que no acepta su color. Pero en todas las cosas hay dos caras; siempre hay ventajas y desventajas. Al final, podría darse cuenta de que es mejor aceptarse como es.

Esta historia —creada por la ilustradora y cuentista Ana Torrent con técnica de plumilla en tableta digital— está dirigida a niños de seis años en adelante.

Con esta publicación, en colaboración con Editorial Salto al reverso, la autora busca conseguir que los niños adquieran el gusto por la lectura, que se diviertan con la historia y que logren identificarse con el personaje, al comprender su moraleja. Posteriormente, desarrollará más cuentos sobre este divertido personaje.

SOBRE LA AUTORA

Ana Torrent es ilustradora y cuentista mexicana originaria de Zacatecas. En la actualidad reside en la Ciudad de México, donde realizó estudios de Fotografía en la Escuela Activa de Fotografía. Tomó interés por la fotografía análoga y la manera de hacer varias técnicas de dibujo sobre esta, lo cual la llevó a iniciarse en el dibujo.

Estudió escritura creativa en la Sociedad General de Escritores de México, y ahí descubrió el encanto de los cuentos cortos y los microrrelatos.

Ha participado en talleres como «La ciudad y sus personajes», impartido por la escritora Susana Iglesias en la Universidad del Claustro de Sor Juana; «Infografía y visualización», en la Escuela de Periodismo UAM – El País en Madrid, España; e «Ilustración» con Paulina Suárez.

Diseño de Portada
Ana Torrent

Texto e Ilustraciones
Ana Torrent

Diseño de colección
Editorial Salto al reverso

Edición de Imágenes
Julio Aguiar

Maquetación
Julio Aguiar y Carla Paola Reyes

Project Management
Mayté Guzmán

Edición
Carla Paola Reyes

Editorial
Salto al reverso

Primera edición (2021)
Edición impresa

Disponible en:

Amazon.com

Amazon.es

Presentación: «Las botas de Pato Juan», por Ana Torrent

¿Quién dice que la luna no es de queso?


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(Pregunta original de @ana.torr.ent)

1

Durante años las ratas se lo habían preguntado. Volteaban al cielo llenas de esperanza e interrogantes. 

¿Qué es esa esfera fría que se ve allá arriba? — se preguntaban—. ¿Quién es la bola amarilla que grita: «¡Mírenme! desde el cielo?».

Las ratas no sabían. Los bardos respondieron.

2

En la edad media, en la época de las plagas (atribuidas a las ratas), el suizo Luca Giacometti creó un cantar que se refería a la luna como una esfera de queso emmental que flotaba en las alturas y que podría ser alcanzada solamente por quienes tuviesen el temple más firme. No era un buen cantar, pero servía. 

3

Luca vio en la poesía la respuesta a las plagas. Él observó que las ratas gustaban del arte. Había visto en su tierra natal y en las ciudades aledañas que las ratas se exponían, sin importarles la luz del sol, cuando había músicos tocando, pintores pintando, poetas recitando y bardos cantando. Eso sí, rehuían estrepitosamente de cualquier tipo de baile, no importando la belleza o calidad de la música que le acompañase, ellas se iban. El baile y las ratas no eran y nunca serán amigas.

El cantar, llamado «Käsemond», se leyó y escuchó en todos los rincones de Europa. Recitado por bardos, niños, mujeres, soldados y todos aquellos que tuvieran gusto por las historias felices que buscaran saciar el hambre y erradicar los males.

Por fin, el cantar logró su objetivo: convencer a las ratas de que la esfera luminosa de la noche, que se escondía entre nubes y a veces no salía, era realmente una bola gigante de queso puro. Un queso conservado por el vacío del cosmos e iluminado por la luz de mil estrellas.

4

Familias enteras de ratas de cloacas, ratas de campo y hasta las ratas más finas que vivían en los castillos buscaban los edificios y los árboles más altos para alcanzar, con sus patitas delanteras, la luna de queso. 

Era común en esos días encontrar ratas muertas en las calles, en las sombras de los árboles y en todo lugar que fuera adyacente a una pared alta.  

5

Las ratas sobrevivieron a la edad media sacrificando su apreciación al arte, pero el cantar no.  Este quedó en el olvido, hasta el año dos mil siete.

6.

En abril de dos mil siete, en Bremen, Alemania, fue descubierto «El Cantar de Käsemond», en el que se relataba el cómo y para qué del cantar de la luna de queso. Dos meses después, en el mes de junio, se subió a la plataforma de YouTube la declamación del cantar completo.

¡Fue una bomba! Al vídeo original se le sumaron vídeos con declamaciones en todos los idiomas. Más sorprendentes fueron los vídeos en los que aparecían ratas escuchando atentas las palabras que salían de las computadoras, para posteriormente subir a las azoteas intentando alcanzar la luna. Las ratas perdían el equilibrio y caían desde rascacielos y antenas gigantes. Tan solo en la base de la torre Eiffel se registraron más de cuatro mil quinientas ratas muertas.

2007

La opinión pública se dividió. Por un lado estaban los que celebraban la casi erradicación de las ratas con un método tan simple y, por otro lado, estaban los que defendían el derecho a vivir de estás.

Muchos científicos, artistas y personas en general, voltearon a ver a las ratas. De repente estos seres asociados a la escoria y a la basura, relegados en afecto por sus primos los ratones, fueron admirados por la capacidad de admirar la estética del mundo que les rodeaba. 

Internet se llenó de videos con ratas maravilladas con el «David» de Miguel Ángel, con los girasoles de Van Gogh, con las obras de Seurat, de Friedrich y la música de Tchaikovsky, de Brahms, Vivaldi y de los clásicos en general. Admiraban toda composición musical que no invitara a bailar. En dos mil siete las ratas todavía temían al baile.

Por primera vez, se habían logrado conversaciones estructuradas con animales que no fueran primates.

2008

En dos mil ocho, las ratas convocaron un levantamiento internacional en contra del cantar y de la luna.

La noche del treinta de abril, en punto de las veinte horas, en la hora local de cada ciudad y de cada pueblo, los roedores se levantaron de sus cloacas, salieron de sus escondites y alzaron las patas delanteras izquierdas para gritar: «¡Callen la luna de queso, que nosotros tenemos hambre y queremos vivir!».

Entre los motivos del levantamiento, además de eliminar por completo «El Cantar de Käsemond» de todos los medios y registros, pedían que se dejara de romantizar la luna y el firmamento en general. Por inventar lunas de queso, nubes de algodón y paraísos con banquetes celestiales, afirmaban que muchas ratas habían perdido la vida, dejándose llevar por el hambre y la sarta de mentiras que los humanos habían estado inventando desde la edad media.

Por eso fue el levantamiento. Por eso se rebelaron. Ya no querían más ratas muertas en las azoteas, ni cayendo desde altas ventanas por querer alcanzar quesos gigantes con sus patas delanteras.

«¡La luna es arena sin playa!», «¡La luna es fea y sin brillo propio!», «¡La luna no se toma a cucharadas!», se podía leer en las diminutas pancartas.

2009

Es primero de enero de dos mil nueve. Aún se puede escuchar «El Cantar de Käsemond» en algunos bares, restaurantes y edificios públicos. Es un soneto maldito, una composición del mal. 

10

Quizá esta humanidad necesita otra plaga, porque nuestro actuar no es correcto. Quizá sí, quizá no, pero no le digan a las ratas.