En tercera persona


Candados sin llave, el fruto de un óleo.
Llorando llegaste, llorando te fuiste
pariendo pesares, soñando ideales.
Muriendo de frío en la cantina de antares
los senos al viento, la cruda por dentro
sangrando el amor que sentiste
y que con licor dormiste;
mientras yo te veía
de reojo te sentía,
por mis libros viejos y mis lentes rotos,
virginal te quedaste esperando sentir alivio,
pero habías hecho del dolor tu amigo.
Y yo aquí queriéndote a escondidas
susurrándote a ti paloma,
pues al igual que ella te soñé despierta
revolucionando mi mano
para escribirte entera
y amarte
sin que la vida se me acabe en vano.
En tercera persona te observo, te vivo.
No me hacen falta verbos
con solo tu oda a la muerte
me encauso solo y quedito.