Corral


Corral (collage y pintura), serie Azules y Rojos, pasado continuo

«Por muy humilde que fueran las familias, casi todas tenían en casa un corral o un gallinero en sus patios. Mi abuela tenía gallinas y una cabra de la que sacábamos la leche. Y algunos vecinos incluso criaban con esmero un pobre lechón al que alimentaban con cáscaras de fruta y ojos golositos».

Nocturno de escritora


matthew-hamilton-rOEgF1PNuA8-unsplash
Imagen: Matthew Hamilton

Escribo.

En esta noche cerrada a las musas, la locura me protege, es mi fiel compañera, la soberana. La tinta sangra para que no se detengan las palabras; el alma se envenena cuando no se derrama.

Escribo.

No enmudezco esta voz, escapo de una muerte lenta y agónica que se bebe mi sed. Mi espíritu es una pluma al vuelo, que me desafía, me delata. Hoy escupe lo que soy y me ama mañana.

Escribo.

La luna inventa otra luz en este cielo mío, teñido de letras y escarcha sin flor. Yo, sin mí, estallo sobre esta hoja en blanco ansiosa de vida, de muerte y de dolor. Y en la negrura de este aire que me habita sacudo la alegría, la tristeza y el placer.

Escribo.

En medio de este silencio que lo llena todo, yo, me vacío, me entrego, me arranco esta piel y hiervo en el fuego eterno de la palabra, llama viva que alumbra y apaga un corazón abierto. Se quemará el papel, no el sueño.

Escribo.

Soy un animal escondido en la sombra que baila en la pared. Respiro su poder, lamo mis heridas y las abro otra vez. Es tiempo de vivir para escribir, de rendirse al poema o de morir.

La otra niña…


1_Niña
Photo by Roberto Cabral

Garra azul (poética)


te asomas desde los abismos

como el junco

al río

 

te asomas

al infinito helado

de la hoja en blanco

pero la chispa quedó

 

te asomas

—solo te asomas—

divina

garra azul

 

el insomnio del animal que busca

Fauna autóctona


chino-biblioteca

impecable-biblioteca

En la biblioteca de mi nuevo neighbourhood:

Una chica rubia, treinta, va impecablemente vestida con blusa y pantalón verde esmeralda. Cada día viste igual. Y grita. Pasea gritando y maldiciendo por los pasillos de la biblioteca. Elegante y desquiciada como una jirafa rota.

La mujer que tiene tatuado un corazón en la mejilla recopila libros y cuentos infantiles. Trae una manta en su macuto y se acurruca en uno de los divanes de la sala de estudio a mirar las ilustraciones de sus relatos. A veces bosteza dulcemente, a veces habla sola (o se lee historias en voz alta). Casi siempre viene con una diadema de orejas de gato negro.

Mi favorito es un gran y gordito y bonachón chino-panda de mediana edad. Me gusta su disciplina militar.  Hace 2 pausas a horas preestablecidas: tentempié (un plátano) y almuerzo (sándwich). Y se levanta poco de su sitio, porque creo que le da algo de vergüenza su cojera.

Es el primero en llegar, el último en irse. Se sienta en la misma silla, de la misma mesa, del mismo rincón de la biblioteca y se quita los zapatos. Abre su ordenador entusiasmado y se prepara para transcurrir una maravillosa jornada laboral de 9 horas (6 horas sábados y domingo) viendo series de dibujos animados, vídeos de caídas y saltos y videoclips musicales. Un día lo pillé viendo Míster universo. Estaba sonriendo.

Hoy me ha saludado por primera vez.  Creo que también me volví parte del zoo. Todavía no sé si alegrarme.

gatita-de-biblioteca

Atrapado


Atrapado