A propósito del incendio del Museo Nacional de Brasil, que ocurrió hace un año y un mes, en la ciudad de Río de Janeiro.
Los automóviles no paran.
Hay transeúntes distraídos en todos lados.
La música de la cafetería es tenue.
Miro el reloj por séptima vez.
Te extraño desde septiembre.
Luzia se fue, se fue para siempre.
En un vestido de flores rojas y luciérnagas,
y junto a ella, recuerdos de imperios,
canciones de cuna y constelaciones.
Luzia se ha ido y jamás
su vocecita sudamericana cantará en mi oído.
Se fueron sus ojitos vacíos que no miraban
y sus labios que no sabían más que a tierra.