Poda invernal


Las tijeras chirrían.
Mis cuatro brazos
—esqueléticos—
se debilitan.
Necesitan reposo
tras un invierno duro y seco.
Mis hojas
—ropajes de bronce—
tiemblan poblando el suelo.
Se llevan mi riqueza consigo
y la esparcen aleatoriamente.
Psicopompos se acercan
cortando mis lazos
a dos yemas.
Dejándome los pulgares necesarios
para futuros brotes.
Vástagos
de esta sufrida poda invernal.
Rebrotes retoñadores
de ese corte padecido
y germen de cosecha abundante.