Palabra que arde


Imagen: Patrick Hendry

Esa mirada que acecha

es deseo crepitante

sobre las brasas prendidas

de la palabra que arde.

Aquella que me desarma

y amenaza con matarme.

Aquella, la impronunciable,

por dolorosa y salvaje.

Me impulsa a perder la vida

por el riesgo de besarte.

Tu boca es un cruel ardid

que eriza mis consonantes.

Y el fuego de mi ceguera

enmaraña las vocales.

Hoy te escribe la ceniza

de mi alma prisionera.

Es amor, amor, amor...

El nombre de esta condena.

El Retorno del Sísifo


Rodando de cabeza, mordiéndonos en el polvo
divulgamos con certeza, los supuestos de lo que no somos
sin un viento y su brisa, sin ánimos de envidia
miramos de reojo lo que no nos incumbe
alegamos incertidumbre, a pesar de repetirlo
encontrándonos de nuevo donde comenzamos
con esfuerzos que parecieron haber durado años,
miramos hacia el suelo a descubrir lo mínimo
pues un paso no es más que la tortura y su jurado.

Somos culpables de nuestros adeptos
no hay dios, no hay musas
todo se resume en nuestros pensamientos
los que maquinamos con malicia
y los que son resultado de nuestro improperio
todos han sido de las manos su primicia,
fuimos condenados a repetir eso a lo que más le tememos
en todas nuestras dimensiones, en todos los infiernos
porque así sea en la tierra o en el cielo
las cuentas se pagan y se pagan con hechos.

Las oportunidades se dieron, una palabra y reinó el silencio
los repudios de los condescendientes
nuestra oda se ondulaba contracorriente
pues inexpertos nos quedamos en la ciencia del perdón
sin saber donde comenzar, donde accionar la voz
aludiendo nuestros ciclos, atándonos a ellos
por más vueltas y pasos hacia atrás
cuando menos lo esperemos volvemos a empezar.

Hablar así


Reverso de mi alma

No busco motivos
en el viento
para disipar
lo que mi corazón
oscurece,
en el reverso
de mi alma,
en aquel lugar
en el que escondo
todo aquello de ti
que jamás verá la luz.

Precisa condena
esta actitud
que no desaparece
ni con el tiempo
ni las promesas
y que es la redención
de tu mirada,
el claroscuro perfecto
de tus ojos,
alojando con certidumbre
en cada esquina
de esta historia borrada
y escrita
tantas veces al oído.

No basta que desaparezcas
con la noche
si es esa misma alborada negada
en cada lágrima entristecida,
la que me recuerda tu rostro
sonriéndome
en los sitios queridos
que caminé contigo antes
de desvanecerme
frente a tu presencia
diluida en las copas
de los árboles,
creyendo ingenuamente
que lo hacia por mí,
cuando la verdad es
que tú siempre
elegiste huir.

Mientras escribo alborotando
esta soledad,
recuerdo cada una
de tus palabras
y no puedo convencerme
que hayamos elegido
lo más fácil,
espaciar el mundo inoportuno
entre nosotros
y someternos a la distancia
de los murmullos,
de la incertidumbre,
de la negación.

Concluyo por desandar
cada decisión
que no es mía,
y mi sorpresa se hace
tuya
al sentirte
incomprendida,
desolada,
abandonada al desencanto,
porque apenas tengo voz
para decir
que todo nos une
en un murmullo
que guarda sigiloso
un último susurro.

Quisiera hablarle
así a una mujer
y ascender por ella
con una convicción singular,
que mis manos podrán asir
su historia
y mi horizonte,
que podré abrazar
su alma inquieta
y dormida
e inspirarla
para que su beso me libere:
pueda yo vivir
hasta que el vuelo
de la muerte
restituya nuestros espíritus
con las estrellas
allá
en el cielo eterno.

Quisiera hablarle así
a una mujer,
por una vez,
y escuchar su respuesta
haciendo
eco en mí,
como poderosa constatación
que la vida se rige
por algo más
que el tiempo
y la esperanza.

Alejandro Cifuentes-Lucic © Catalejo 2012 Libro: «Escritos Metalúrgicos» / 2012

@CifuentesLucic

@Saltoalreverso

Collage: “Reverso de mi alma”. Original de Chicho Valentino (España). Usado con permiso del autor. Libre de derechos.